MONTESINOS, FACTOR DE CRISIS
El súbito retorno a Perú de Vladimiro Montesinos,
quien en septiembre pasó de todopoderoso asesor presidencial a un
estatuto indefinido entre prófugo y exiliado, agravó la crisis
del grupo gobernante en ese país sudamericano, provocó la
renuncia del vicepresidente, Francisco Tudela, y suscitó rumores
sobre preparativos para un posible golpe de Estado.
A decir de Tudela, el regreso del repudiado ex funcionario
está relacionado con el intento del presidente Alberto Fujimori
de obtener, a cambio de su propia salida del poder, una amplia amnistía
para los militares sobre los que pesan acusaciones por violaciones de derechos
humanos o por vínculos con el narcotráfico, medida que podría
amparar al mismo Montesinos.
En todo caso, el ex asesor presidencial no parece haber
vuelto a su país con el ánimo de responder por el gran abanico
de crímenes por los que es señalado --desde deserción
de las fuerzas armadas hasta torturas, secuestros y asesinatos, pasando
por tráfico de armas, extorsión y desvío de fondos
públicos-- sino en un intento por restaurar su poder que, según
todos los indicios disponibles, ha sido mayor que el del propio Fujimori.
No se puede omitir que parte de la responsabilidad por
este nuevo giro incierto y ominoso de la crisis política peruana
corresponde a la presidencia de la Organización de Estados Americanos
y a los gobiernos latinoamericanos que gestionaron la impunidad para Montesinos
y su asilo en panamá, en un supuesto afán por "contribuir
al fortalecimiento democrático" en Perú.
Por el contrario, la condescendencia para con el hombre
fuerte de Fujimori puede llevar, como se ha visto, a un reforzamiento de
las opciones autoritarias --un golpe militar incluido-- que el grupo gobernante
peruano no ha dejado de preparar desde que se anunció la realización
de nuevas elecciones y la próxima dimisión del actual presidente.
Ciertamente el preocupante episodio puede desembocar en
una aceleración de la descomposición del fujimorato, pero
también podría culminar en una destrucción de la institucionalidad
peruana mayor, si cabe, a la realizada, en forma sistemática, desde
que El Chino llegó al poder.
En todo caso, la incierta circunstancia generada por la
vuelta de Montesinos a Perú es una muestra de los peligros de desestabilización
que genera la impunidad de los criminales de Estado. El ex asesor de Fujimori
es un delincuente equiparable al argentino Ricardo Miguel Cavallo o al
chileno Manuel Contreras, y debe ser sometido, al igual que ellos, a la
acción de la justicia. |