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México, D.F. domingo 15 de octubre de 2000 
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Editorial
 
ROBERTO MADRAZO, JUGADOR CON CARTAS MARCADAS 

SOL Si a escala nacional y en Chiapas las elecciones se han llevado a cabo sin serias irregularidades, los comicios tabasqueños, en cambio, se han preparado y se efectuarán en un clima de gran tensión. La razón principal es que el gobernador Roberto Madrazo tiene una personalidad y un "estilo" muy semejantes a los de Carlos Salinas de Gortari y, por tanto, no se fija demasiado en los medios ni en los límites éticos que debe tener la política cuando debe defender su poder personal y la fuente de sus beneficios. Madrazo es, en efecto, el principal representante de un grupo de poderosos barones de la política que hicieron cuadrado detrás de Salinas y del salinismo y, como Mario Villanueva, ex gobernador de Quintana Roo, otro gobernador del sureste, no se pararon nunca ante la comisión de cualquier clase de atropellos. 

¿Por qué lucha tan ferozmente el gobernador tabasqueño por la perpetuación de su poder, incluso a costa de la ruptura de su propio partido --el Revolucionario Institucional-- y de la comisión de evidentes ilícitos? La explicación más clara reside en la descomposición del Estado y en la del sector que lo gobernó durante decenios, la cual lleva ahora a intentar constituir feudos provinciales dirigidos por verdaderos "señores de la guerra" al estilo de los que imperaban antes de que el presidente Calles los unificara y los disciplinara en el Partido Nacional Revolucionario --que dio origen posteriormente al PRI-- o semejantes a los generales-políticos que eran la base del partido Kuomintang antes de que la revolución campesina china los barriera. 

Paradójico resulta el hecho de que el PRI nacional apueste parte de la fuerza y el poder que le quedan a un triunfo que, de lograrse, será pírrico y lo sumirá en un desprestigio mayor al que ya de por sí tiene. 

Frente al poder central y centralista de la "modernización" ligada al gran capital financiero, sobre todo internacional, resurge así, por un lado, el "regional-feudalismo" antes escondido por el papel de mediadores de los presidentes fuertes y, por otro, aparece en el cuerpo social la lucha por la autonomía como base de un auténtico federalismo democrático. Madrazo, para defender su poder y aparecer en escala nacional como líder de otros caudillos y "grandes electores" construidos con el apoyo salinista, opone al continuismo de hecho, entre el actual gobierno zedillista y el de Vicente Fox, el regionalismo del grupo local en el poder --como se vio en la disputa interna en el PRI para elegir el candidato presidencial-- y, por supuesto, reanima el México bronco. El bochornoso episodio sucedido en una casa donde se preparaba clandestinamente el fraude electoral --y que incluyó disparos contra los dirigentes nacionales del Partido de la Revolución Democrática efectuados por un experto "operador electoral" madracista-- reveló una vez más la utilización del aparato estatal para organizar la votación en favor del candidato del gobernador tabasqueño, así como restos de fraudes anteriores. De modo que, aunque el candidato de Roberto Madrazo, Manuel Andrade, obtuviese la mayoría en una elección marcada por irregularidades y sospechas, su triunfo difícilmente podría legitimarse, aunque fuese declarado legal. Madrazo habría contribuido así, nuevamente, a la desestabilización política en el sureste, o sea, en la zona más frágil y sensible del país. Es de esperar, por lo tanto, que el electorado sepa evitar ese peligro y abra, también en Tabasco, el camino a un cambio político, económico, social y ético.

 

 

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