ROBERTO MADRAZO, JUGADOR CON CARTAS MARCADAS
Si a escala nacional y en Chiapas las elecciones se han llevado
a cabo sin serias irregularidades, los comicios tabasqueños, en
cambio, se han preparado y se efectuarán en un clima de gran tensión.
La razón principal es que el gobernador Roberto Madrazo tiene una
personalidad y un "estilo" muy semejantes a los de Carlos Salinas de Gortari
y, por tanto, no se fija demasiado en los medios ni en los límites
éticos que debe tener la política cuando debe defender su
poder personal y la fuente de sus beneficios. Madrazo es, en efecto, el
principal representante de un grupo de poderosos barones de la política
que hicieron cuadrado detrás de Salinas y del salinismo y, como
Mario Villanueva, ex gobernador de Quintana Roo, otro gobernador del sureste,
no se pararon nunca ante la comisión de cualquier clase de atropellos.
¿Por qué lucha tan ferozmente el gobernador
tabasqueño por la perpetuación de su poder, incluso a costa
de la ruptura de su propio partido --el Revolucionario Institucional--
y de la comisión de evidentes ilícitos? La explicación
más clara reside en la descomposición del Estado y en la
del sector que lo gobernó durante decenios, la cual lleva ahora
a intentar constituir feudos provinciales dirigidos por verdaderos "señores
de la guerra" al estilo de los que imperaban antes de que el presidente
Calles los unificara y los disciplinara en el Partido Nacional Revolucionario
--que dio origen posteriormente al PRI-- o semejantes a los generales-políticos
que eran la base del partido Kuomintang antes de que la revolución
campesina china los barriera.
Paradójico resulta el hecho de que el PRI nacional
apueste parte de la fuerza y el poder que le quedan a un triunfo que, de
lograrse, será pírrico y lo sumirá en un desprestigio
mayor al que ya de por sí tiene.
Frente al poder central y centralista de la "modernización"
ligada al gran capital financiero, sobre todo internacional, resurge así,
por un lado, el "regional-feudalismo" antes escondido por el papel de mediadores
de los presidentes fuertes y, por otro, aparece en el cuerpo social la
lucha por la autonomía como base de un auténtico federalismo
democrático. Madrazo, para defender su poder y aparecer en escala
nacional como líder de otros caudillos y "grandes electores" construidos
con el apoyo salinista, opone al continuismo de hecho, entre el actual
gobierno zedillista y el de Vicente Fox, el regionalismo del grupo local
en el poder --como se vio en la disputa interna en el PRI para elegir el
candidato presidencial-- y, por supuesto, reanima el México bronco.
El bochornoso episodio sucedido en una casa donde se preparaba clandestinamente
el fraude electoral --y que incluyó disparos contra los dirigentes
nacionales del Partido de la Revolución Democrática efectuados
por un experto "operador electoral" madracista-- reveló una vez
más la utilización del aparato estatal para organizar la
votación en favor del candidato del gobernador tabasqueño,
así como restos de fraudes anteriores. De modo que, aunque el candidato
de Roberto Madrazo, Manuel Andrade, obtuviese la mayoría en una
elección marcada por irregularidades y sospechas, su triunfo difícilmente
podría legitimarse, aunque fuese declarado legal. Madrazo habría
contribuido así, nuevamente, a la desestabilización política
en el sureste, o sea, en la zona más frágil y sensible del
país. Es de esperar, por lo tanto, que el electorado sepa evitar
ese peligro y abra, también en Tabasco, el camino a un cambio político,
económico, social y ético. |