Espejo en Estados Unidos
México, D.F. sábado 7 de octubre de 2000 
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Editorial
¿LA PAZ REINA EN BELGRADO? 

SOL Cuando el imperio zarista restauró su dominación sobre Polonia, que quería ser independiente, la visión oficial después del retorno sangriento a la "normal" dependencia de Moscú fue "la paz reina en Varsovia". El gobierno de Slobodan Milosevic no era igual, evidentemente, a la rebelión independentista polaca pero, por las razones que fueren, trataba de mantener la independencia serbia ante el nuevo zar que impera en la zona: Estados Unidos, con sus "cosacos" de la OTAN. Milosevic, además, sea cual fuere su política, había sido anteriormente elegido por una buena mayoría, sin fraude alguno y, en las últimas elecciones, que reconoce haber perdido ante la oposición dirigida por Vojislav Kostunica, obtuvo casi 40 por ciento de los votos. Incluso las manifestaciones que le obligaron a ceder el gobierno acatando las disposiciones constitucionales fueron indudablemente masivas y combativas pero de ningún modo reflejaron una "sublevación popular" como sostienen diversos medios de información. Es más, tanto la votación que dio la mayoría a Kostunica como esas manifestaciones recuerdan las elecciones en Nicaragua que cerraron el periodo sandinista y en las que muchos nicaragüenses votaron contra el gobierno para castigarlo por la crisis y por la prolongación de la guerra, pero jamás pensaron en llevar nuevamente al poder a los conservadores y la derecha, tan ligados a Estados Unidos. 

Yugoslavia ahora está "normalizada" después de los bombardeos que destruyeron su economía y mataron miles de personas, castigando a un pueblo para sacar a un presidente electo. Está "normalizada" después de la ocupación de Kosovo, de una "limpieza étnica" antiserbia y contra todas las minorías no albanesas por los partidarios de la Gran Albania, y de haber creado las condiciones para remodelar aún más las fronteras en los Balcanes. Esa "normalización" mediante una guerra no declarada contra un pueblo inerme, hecha violando la legalidad internacional y las propias resoluciones de las Naciones Unidas y dirigida por Washington y su instrumento, la OTAN, consiguió además someter y humillar ulteriormente a Rusia y aislar a Grecia frente a Turquía. La suerte personal de Milosevic, con el cual negocia ahora pacíficamente Kostunica, depende de la voluntad de Estados Unidos (que no vaciló en invadir Panamá llevarse a su ex agente el presidente Noriega). Pero el problema real no es lo que pasará con Milosevic, sino lo que sucederá a Kostunica, que declara ahora que "no necesita ni a Washington ni a Moscú" pero que, sin duda, quedará a la merced del primero para la reconstrucción económica y deberá ceder soberanía a cambio de simple apoyo estabilizador. Desde el punto de vista jurídico, por consiguiente, es legítimo preguntarse si es lícito bombardear y destruir un país mediante una "injerencia humanitaria" para destituir a un gobernante y si los derechos humanos se defienden asesinando a miles de personas inocentes, partidarias o no de Milosevic, y fomentando otra "limpieza étcnica" en Kosovo. Desde el punto de vista del derecho internacional, cabe preguntarse si un país y sus aliados, por encima de las Naciones Unidas, pueden atacar a un país fundador de éstas sin declaración alguna de guerra y anular su independencia dfestruyendo su economía, sus instituciones, su futuro. ¿La paz reina en Belgrado? ¿Volvemos a la instauración de colonias en Europa, como antes de la Segunda Guerra Mundial?

 

 

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