¿LA PAZ REINA EN BELGRADO?
Cuando el imperio zarista restauró su dominación
sobre Polonia, que quería ser independiente, la visión oficial
después del retorno sangriento a la "normal" dependencia de Moscú
fue "la paz reina en Varsovia". El gobierno de Slobodan Milosevic no era
igual, evidentemente, a la rebelión independentista polaca pero,
por las razones que fueren, trataba de mantener la independencia serbia
ante el nuevo zar que impera en la zona: Estados Unidos, con sus "cosacos"
de la OTAN. Milosevic, además, sea cual fuere su política,
había sido anteriormente elegido por una buena mayoría, sin
fraude alguno y, en las últimas elecciones, que reconoce haber perdido
ante la oposición dirigida por Vojislav Kostunica, obtuvo casi 40
por ciento de los votos. Incluso las manifestaciones que le obligaron a
ceder el gobierno acatando las disposiciones constitucionales fueron indudablemente
masivas y combativas pero de ningún modo reflejaron una "sublevación
popular" como sostienen diversos medios de información. Es más,
tanto la votación que dio la mayoría a Kostunica como esas
manifestaciones recuerdan las elecciones en Nicaragua que cerraron el periodo
sandinista y en las que muchos nicaragüenses votaron contra el gobierno
para castigarlo por la crisis y por la prolongación de la guerra,
pero jamás pensaron en llevar nuevamente al poder a los conservadores
y la derecha, tan ligados a Estados Unidos.
Yugoslavia ahora está "normalizada" después
de los bombardeos que destruyeron su economía y mataron miles de
personas, castigando a un pueblo para sacar a un presidente electo. Está
"normalizada" después de la ocupación de Kosovo, de una "limpieza
étnica" antiserbia y contra todas las minorías no albanesas
por los partidarios de la Gran Albania, y de haber creado las condiciones
para remodelar aún más las fronteras en los Balcanes. Esa
"normalización" mediante una guerra no declarada contra un pueblo
inerme, hecha violando la legalidad internacional y las propias resoluciones
de las Naciones Unidas y dirigida por Washington y su instrumento, la OTAN,
consiguió además someter y humillar ulteriormente a Rusia
y aislar a Grecia frente a Turquía. La suerte personal de Milosevic,
con el cual negocia ahora pacíficamente Kostunica, depende de la
voluntad de Estados Unidos (que no vaciló en invadir Panamá
llevarse a su ex agente el presidente Noriega). Pero el problema real no
es lo que pasará con Milosevic, sino lo que sucederá a Kostunica,
que declara ahora que "no necesita ni a Washington ni a Moscú" pero
que, sin duda, quedará a la merced del primero para la reconstrucción
económica y deberá ceder soberanía a cambio de simple
apoyo estabilizador. Desde el punto de vista jurídico, por consiguiente,
es legítimo preguntarse si es lícito bombardear y destruir
un país mediante una "injerencia humanitaria" para destituir a un
gobernante y si los derechos humanos se defienden asesinando a miles de
personas inocentes, partidarias o no de Milosevic, y fomentando otra "limpieza
étcnica" en Kosovo. Desde el punto de vista del derecho internacional,
cabe preguntarse si un país y sus aliados, por encima de las Naciones
Unidas, pueden atacar a un país fundador de éstas sin declaración
alguna de guerra y anular su independencia dfestruyendo su economía,
sus instituciones, su futuro. ¿La paz reina en Belgrado? ¿Volvemos
a la instauración de colonias en Europa, como antes de la Segunda
Guerra Mundial? |