FOX, ANTE CHIAPAS Y TLATELOLCO
Al expresar su postura en torno a la matanza del 2 de octubre
de 1968 ?de la que ayer se conmemoró el 32 aniversario? Vicente
Fox asumió una actitud a la que ningún presidente electo
o en funciones, desde entonces, se habría atrevido: reconoció
sin ambigüedad el gran aporte de los mártires de Tlatelolco
a la democratización actual que vive el país y se comprometió
a establecer una comisión investigadora, a brindarle su apoyo y
a hacer justicia ante los delitos aún no prescritos relacionados
con ese crimen de Estado que sigue lacerando la memoria del país.
Tales propósitos, expresados en el marco de su
visita a Francia, contrastan con los subterfugios del titular del Centro
de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen) para poner a disposición
de la sociedad la información que al respecto pueda tener el gobierno,
con el reclamo de amnesia formulado por la Secretaría de Gobernación
y con la tardía ?absolutamente tardía? disposición
priísta a iniciar una investigación de lo ocurrido hace 32
años en la Plaza de las Tres Culturas.
En lo dicho por el presidente electo ha de reconocerse
congruencia con las promesas de campaña y reivindicación
de la exasperación social ante el régimen, exasperación
que el 2 de julio de este año se expresó en forma de una
masiva votación para el candidato de la Alianza por el Cambio y
se tradujo en la peor debacle electoral en la historia del viejo partido
de Estado.
Significativamente, el mismo día Fox retomó
sus propósitos de paz hacia los insurgentes indígenas de
Chiapas y refrendó su ofrecimiento de un retiro paulatino del Ejército
de las posiciones que ocupa en esa entidad, un propósito que, por
cierto, no debiera condicionarse a muestras de voluntad de paz por parte
de los zapatistas, toda vez que la organización rebelde chiapaneca
ha dado sobradas muestras de tal voluntad al abstenerse, desde el 11 de
enero de 1994, de disparar un solo tiro, pese a las reiteradas provocaciones
de las autoridades federales y estatales.
Como quiera que sea, el presidente electo marcó,
ayer, una clara distancia con respecto a dos grandes agravios del priísmo
contra México: el 2 de octubre, hace 32 años, y la política
desdeñosa, provocadora e irresponsable del actual gobierno hacia
los alzados zapatistas de Chiapas. Esa actitud oficial ha tenido sus expresiones
más lamentables en el incumplimiento de los acuerdos de San Andrés
Larráinzar y en el ambiente que culminó en la matanza de
Acteal, la cual, como la de Tlatelolco, dista mucho de haber sido esclarecida
y sancionada conforme a derecho.
En suma, en las materias referidas ?revisión con
ánimo de esclarecimiento y justicia del crimen de Estado de 1968
y reactivación del proceso de paz en Chiapas? la administración
que se iniciará el próximo primero de diciembre merece el
respaldo y el impulso de la sociedad. |