EL ABORTO EN UNA SOCIEDAD TOLERANTE
La marcha de antiabortistas que tuvo lugar en esta capital constituyó el colofón de un debate nacional esclarecedor, que se inició tras el fallido intento de los legisladores panistas de Guanajuato por castigar la interrupción del embarazo en todas las circunstancias, y que continuó con la despenalización parcial del aborto por parte de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
La polémica arrojó resultados que para muchos fueron sorprendentes. En primer lugar, evidenció la capacidad del país para encauzar por las vías institucionales legalmente establecidas un asunto que dista de suscitar consensos y que provoca, incluso, reacciones viscerales por parte de sectores que confunden sus propias tendencias morales con la ética social y la ley.
Asimismo, el episodio mostró cuán alejada se encuentra la sociedad mexicana contemporánea de las reglas de comportamiento individual pregonadas por la jerarquía católica que, desde siempre, reclama la hegemonía espiritual sobre los mexicanos.
Por otra parte, en el curso de estos meses ha sido posible observar que, pese a los apasionamientos que provoca el tema de la interrupción del embarazo, existe en el país un espíritu de amplitud, tolerancia y respeto a la diversidad, en el cual hay respeto hasta para las expresiones -afortunadamente minoritarias, a juzgar por la concurrencia a la manifestación realizada ayer- que sueñan con poner fin a la pluralidad y a la tolerancia misma, e inducir una regresión a los tiempos en que la Iglesia católica tenía un desmedido derecho de injerencia sobre las instituciones, sobre la legislación y hasta sobre la conducta íntima de las personas.
Ha quedado claro, en suma, que la solidez de la separación entre la Iglesia y el Estado se fundamenta en una convicción social y que, en su abrumadora mayoría, los sectores católicos del país saben distinguir entre la práctica de su fe, sus conductas privadas y sus expresiones políticas. Por ello, las desembozadas incitaciones -formuladas en el curso de algunas homilías y magnificadas por algunos medios informativos- para colocar a la ciudadanía en contra de las leyes, no han tenido la respuesta que habrían esperado sus autores.
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