LAS ENSEÑANZAS DEL CASO CAVALLO
El caso del asesino, torturador y ladrón de los autos y otros bienes de sus víctimas, Ricardo ''Michel Angel'' Cavallo, independientemente de sus repercusiones en México (en lo que respecta a la suerte del Renave y del mismo Herminio Blanco) deja dos enseñanzas fundamentales, válidas a nivel internacional.
La primera es clara: la opinión pública está madurando, pesando cada vez más y adquiriendo nuevos niveles de participación. Ella, acostumbrada en México a brindar asilo a las víctimas de las dictaduras, quiere ahora ver que se cumpla con la ley en contra de un ejecutor. Y también se ha sentido agredida ante el engaño sufrido al tener como director general del Renave a un torturador y ladrón de autos, y enterró el Renave obligando también a actuar a las autoridades, que no se preocupaban por el origen de las inversiones ni por el olor del dinero de los inversionistas, como algunos casos bancarios lo han demostrado con creces.
La segunda es aún más evidente: en efecto, comienza a funcionar de hecho el tribunal de la opinión pública internacional que juzga a los genocidas y obliga a superar los obstáculos planteados por las jurisdicciones estatales, sin que por ello exista una violación de la soberanía.
Por ejemplo, el ex presidente argentino Carlos Saúl Menem y los jueces por él nombrados pudieron imponer contra todo principio legal una ley llamada de amnistía o de ''punto final'' que borró los crímenes cometidos por los dirigentes y matones de la dictadura militar argentina entre 1976 y 1983. Pero eso no ha impedido que la justicia francesa condenase a cadena perpetua a Alfredo ''Cara de Angel'' Astiz, por el asesinato, entre otras personas, de dos monjas francesas; que la sueca lo condenase también por la muerte de una joven escandinava, que la italiana atrapase a un mayor del ejército argentino y torturador que viajaba como turista por ese país. Ni el criminal nazi Priebke, asesino en Roma de más de 300 rehenes durante la guerra mundial, pudo evitar ser extraditado y encarcelado en Italia, ni el multiasesino Augusto Pinochet pudo escapar a la cárcel británica ni al procesamiento en Chile, ni el criminal Cavallo podrá escapar ahora a la extradición que permitirá que sea juzgado, sea en España, por el juez Garzón, sea en Francia, por el mismo juez que condenó al criminal Astiz.
Lo importante es que, a pesar del neoliberalismo, sembrador de egoísmos y destructor de solidaridades sociales, se está construyendo una reacción mundial contra los genocidas y torturadores y, sobre esa base, se está edificando una jurisprudencia y una red de acciones legales que mundializan el esfuerzo por dar plena vigencia al respeto de la vida y de la persona humana. El carácter trasnacional de esta tendencia, sin embargo, no viola la soberanía pues la misma no reside en los gobiernos sino en las ciudadanías, y la mayoría de los argentinos espera con ansia la condena de los militares criminales hasta ahora impunes para enterrar realmente el infame pasado.
Es muy importante, en este sentido, la resolución de la justicia mexicana de encarcelar al asesino Cavallo a la espera de que quienes finalmente lo juzgarán organicen y envíen su expediente. Es de esperar, por consiguiente, que en lo que depende de la justicia mexicana, se facilite la extradición de Cavallo, lo antes posible para reparar así, en parte, el triste papel desempeñado por otras autoridades y ayudar también a impedir a los genocidas -que hasta hace poco se sentían seguros y protegidos- todo movimiento en cualquier lugar del planeta.
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