SIN PRENSA INDEPENDIENTE NO HAY DEMOCRACIA
En una democracia real, a la división efectiva entre los tres po-deres constitucionales -Ejecutivo, Legislativo y Judicial-, que deben ser independientes y controlarse mutuamente, se agrega un "cuarto poder" no formal, el de la prensa, informadora y formadora de la opinión pública, vigilante ante los actos de los demás poderes.
El Estado no es sólo el aparato gubernamental, sino una relación social basada en el consenso de los ciudadanos; y la prensa es uno de los instrumentos fundamentales para lograr ese apoyo, sin el cual el aparato estatal permanece aislado y en condiciones de semidictadura. Por lo tanto, una prensa que siga servilmente las opiniones, decisiones o instrucciones del Poder Ejecutivo no sólo es dañina para éste, que de ese modo se tapa los ojos y los oídos y corta sus contactos con la sociedad, sino que también es nociva para la democracia, pues en vez de instruir y de formar ciudadanos construye súbditos desinformados, mudos, pasivos, resignados.
Aun antes de asumir la Presidencia de la República, Vicente Fox pretende ya, como sus antecesores, que la prensa apoye sin más sus posiciones e iniciativas y no tenga una opinión libre y propia al respecto. La cosa se agrava si el futuro primer mandatario mantiene alejados a los representantes de los medios nacionales, que por consiguiente no pueden cubrir adecuadamente los actos, reciben información preseleccionada y parcial, y profesionalmente deben buscar informaciones aunque sean indirectas.
Pero el problema real no reside en una inadecuada comunicación y en la falta de informaciones abundantes y de primera mano. Independientemente de esas fallas, está la pretensión de continuar con lo que durante décadas fue la obsesión de los gobiernos priístas, es decir, la fabricación artificial, con premios o tabúes, de una opinión favorable unánime de los medios de información a todo lo que decía o hacía el presidente.
Por fortuna, la sociedad desde hace por lo menos dos décadas creció y amplió los espacios de libertad y la prensa se fue haciendo más rica y más útil. Eso preparó la voluntad de cambio que se expresó en 1988, 1997, el 2 de julio de este año, y por último el 20 de agosto reciente en Chiapas. Vicente Fox llegará a Los Pinos, y se lo debe en buena medida a la pluralidad y la libertad de prensa, de modo que, aunque piense que todo lo que hace o dice es lo correcto y lo mejor para México y que sólo lo interpretan bien los periódicos estadunidenses (famosos, por otra parte, por su opinión sesgada sobre los asuntos mexicanos), tendrá que habituarse a la idea de que otros pueden pensar de manera diferente, máxime cuando los medios así lo propician, y comprender que la pluralidad de opiniones enriquece culturalmente a la ciudadanía y ayuda también a los gobernantes, incluidos entre éstos el primer empleado del pueblo mexicano, cuyas múltiples voces debe escuchar y respetar.
Una democracia no es una empresa, en la que los subordinados no pueden discutir lo que hace o dice el gerente general: es una interrelación entre fuerzas y personas diferentes sobre la base de la Constitución, que defiende la libertad de palabra, de información, de crítica. Por esa democracia han votado los mexicanos...
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