LOS TORQUEMADA ESTAN ENTRE NOSOTROS

El atentado que sufrió en el Museo del Arte y del Periodismo de Guadalajara una obra de Manuel Ahumada (que representaba un indígena con un ayate en el que estaba pintada una famosa imagen de Marilyn Monroe desnuda) provoca siniestros recuerdos y obliga a una reflexión sicosociológica y política.

En efecto, no se puede dejar de pensar en la condena hitlerista del arte moderno como "arte degenerado", o en la persecución estalinista, o de todas las dictaduras a la creatividad artística no conformista, o en los extremos de la mojigatería del primer gobierno peronista, fuertemente influenciado en sus comienzos por los curas franquistas, que obligó a rescribir las letras de los tangos para "adecentarlos", y a hablar de "mamas" de las vacas para no decir tetas.

Toda restricción de la democracia -Ƒacaso el dominio del capital financiero y la omnipotencia de 200 empresas mundiales no la reduce al mínimo?- requiere una dictadura sobre el espíritu y la represión de las libertades, desde la de pensamiento, la de creación, la de expresión, hasta la libertad de decidir sobre su propio cuerpo y su propio destino.

Eso une el proyecto de ley antiabortista en Guanajuato -que viola la libertad y oprime doblemente a las mujeres- con la censura absurda a 13 desnudos calificados de obscenos o eróticos.

Pero lo único obsceno es considerar pornográfica la visión de un cuerpo humano y confundir pornografía con erotismo. Eso une igualmente la presión ilegal sobre una niña de 13 años para que no abortase, a pesar de no querer el hijo fruto de una violación, con la agresividad fundamentalista de los prelados de choque o los atentados, como los sufridos anteriormente en Zacatecas por obras de arte expuestas al público que fueron destruidas por vándalos pertenecientes a Pro Vida al grito de šViva Cristo Rey!

Es necesario, por lo tanto, comprobar que en las grietas más profundas y sucias de la sociedad han estado agazapados, esperando su hora, sectores fundamentalistas y retrógrados, nuevos-viejos Torquemada, que no osaban salir a luz y que ahora creen poder hacerlo, pues se sienten alentados por los sectores de la Iglesia católica y también por el ultraconservadorismo de los sectores más rancios del Partido Acción Nacional.

Es indispensable, por lo tanto, no sólo aplicar rigurosamente la ley a los nuevos talibanes y a sus inspiradores y mandantes, sino también responder con una condena unánime de la sociedad a la barbarie cultural.