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México, D.F. viernes 11 de agosto de 2000
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Editorial

EL CAMBIO ECONOMICO QUE MEXICO DEMANDA

SOL Mucho se ha comentado en la opinión pública sobre las iniciativas del equipo económico de Vicente Fox, en especial de la polémica y negativa propuesta de aplicar el impuesto al valor agregado (IVA) a alimentos y medicinas, pero poco es lo que se ha dicho, comenzando por los propios colaboradores del presidente electo, sobre la manera en que el próximo gobierno enfrentará problemas tan acuciantes como la miseria que agobia a millones de compatriotas, los bajos salarios y la postración del campo mexicano.

En los últimos días, quizás en un afán por contrarrestar el fuerte rechazo social que suscitó la propuesta de gravar alimentos y medicinas, los operadores económicos de Fox mencionaron la posibilidad de compensar esa alza fiscal con la entrega de apoyos directos a los pobres, a fin de que éstos puedan hacer frente al incremento de precios resultante de nuevas cargas impositivas. Sin embargo, aunque esa medida pudiera parecer conveniente a primera vista, cabe preguntarse qué mecanismo tiene pensado el equipo foxista para acometer una operación tan formidable y hacer llegar ese subsidio a los 40 millones de pobres del país, por no contar a otros amplios grupos sociales --cuya situación económica es precaria-- que también perderían poder adquisitivo de ampliarse el alcance del IVA. Las dificultades operativas de un programa de esa naturaleza resultarían inmensas y aún habría que contabilizar el costo de la burocracia que tendría a su cargo la repartición de esos subsidios. Y, de cualquier manera, aumentar los impuestos constituye una acción antipopular cuyos beneficios, si los hubiese, no alcanzarían a compensar sus efectos negativos.

Por otra parte, el equipo económico de Fox no ha emitido ninguna propuesta concreta destinada a incrementar el poder adquisitivo de los mexicanos, ni ha presentado un programa efectivo para atender los graves problemas en los que se encuentran el agro y los campesinos mexicanos. Sin una elevación del salario real de la población, las desigualdades sociales seguirán ampliándose y, con ellas, el descontento y la desesperanza. Durante décadas, los gobiernos priístas aplicaron una política de contención salarial que depauperó a amplios grupos sociales y canceló las expectativas de superación de millones de trabajadores. Ahora, si realmente se pretende cumplir las promesas electorales de cambio y mejora en las condiciones de vida de los mexicanos, el gobierno de Fox deberá comenzar por lo más elemental: que las percepciones de los padres de familia resulten suficientes para cubrir las necesidades de alimentación, educación y salud de sus hijos. El alza de impuestos, así se compensara con subsidios de dudosa eficacia, no es el camino adecuado para alcanzar esta meta.

Y en lo tocante al agro, resulta urgente atender la intolerable miseria en que subsisten incontables campesinos y jornaleros. Miles de ellos, ante la imposibilidad de obtener de sus tierras --cuando las tienen-- el diario sustento, emigran a las ciudades, gravemente afectadas por el desempleo, o a Estados Unidos, donde deben enfrentar el racismo, el hostigamiento y la discriminación. Remediar el drama de tantos compatriotas es, sin lugar a dudas, uno de los componentes fundamentales del cambio que México exige a sus gobernantes.


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