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México, D.F. jueves 3 de agosto de 2000
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EL COMPROMISO DEL CONSENSO

SOL En el discurso que pronunció al recibir la constancia que lo acredita como presidente electo de México, Vicente Fox Quesada reiteró un concepto que resultará crucial durante toda su gestión al frente del Poder Ejecutivo: el consenso como método para alcanza acuerdos y definir las políticas que regirán el rumbo de la nación por los próximos seis años.

Aunque durante mucho tiempo y en muy diversas circunstancias se ha invocado la necesidad de que las prácticas de gobierno sean definidas e instrumentadas de manera democrática, abierta e incluyente, lo cierto es que durante décadas los mandatarios priístas en turno -revestidos de un poder autoritario y con el respaldo de un partido de Estado que poseía, hasta hace muy poco, mayoría absoluta en las cámaras legislativas- impusieron a su antojo modelos y leyes, pasaron por encima de los otros poderes de la Unión, y de los estados y municipios, y ejercieron la autoridad de manera autocrática y, en numerosos casos, dando la espalda a la ciudadanía, y a las legítimas demandas populares. Las voces que, desde la sociedad o de los partidos de oposición, se alzaban para criticar o repudiar esas prácticas eran, en el mejor de los casos, desoídas y, en numerosas ocasiones, hostigadas y reprimidas.

Sin embargo, los comicios del 2 de julio cambiaron de manera radical el panorama político de México, volviendo al diálogo, a la búsqueda de consensos y a la atención de los reclamos sociales, prácticas indispensables para conseguir una transición armónica, incluyente y constructiva.

La necesidad del consenso -y la conveniencia de que las grandes decisiones nacionales se tomen a partir de él- no es nueva, como tampoco lo es la convicción de que este es el mejor camino para consolidar una democracia con base en las premisas de tolerancia, pluralidad, justicia social y respeto irrestricto a la ley, a las libertades y a los derechos humanos y sociales.

El consenso, cabe señalar, implica necesariamente apertura a la negociación y, por tanto, el reconocimiento de que las partes en diálogo deben alejarse de posiciones extremas, dogmáticas o personales, y concurrir en el bien común. Para cumplir su promesa de encabezar un gobierno cimentado en el consenso, Vicente Fox Quesada deberá establecer, en todo momento, diálogos y acuerdos con los partidos políticos y las organizaciones sociales, y abstenerse de reditar las viejas prácticas autoritarias y verticales, las componendas con grupos privilegiados y la obediencia sumisa a los dictados del extranjero, que caracterizaron, para desgracia nacional, a las administraciones anteriores.

Además, gobernar con el consenso significa responder a las legítimas demandas de la sociedad, en especial las de los millones de compatriotas agobiados por la pobreza, las de los grupos discriminados o perseguidos por razones económicas, étnicas, políticas o de género; las de las comunidades que padecen el conculcamiento de sus derechos y el avasallamiento de su cultura; las de las personas y los colectivos sociales que exigen el respeto a los valores nacionales, a la soberanía y al patrimonio de todos los mexicanos. Gobernar mediante el consenso, a fin de cuentas, es mandar obedeciendo la voluntad popular.


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