CHIAPAS, EXIGENCIA DE DEMOCRACIA
El acuerdo firmado ayer por los dirigentes nacionales de los ocho partidos políticos que integran la Alianza por Chiapas -PRD, PAN, PT, PVEM, PCD, PAS, PSN y Convergencia Democrática- para exigir limpieza en los próximos comicios locales e impulsar conjuntamente la candidatura de Pablo Salazar Mendiguchía al gobierno del estado, constituye una auspiciosa muestra de compromiso y diálogo plural en favor de la democracia y la paz en esa atribulada entidad de la República.
Más allá del hecho evidente de que en la Alianza por Chiapas confluyan partidos políticos de orientación y talante muy diversos, el acuerdo signado por las ocho formaciones antes citadas -denominado Por la Democracia, la Paz y la Reconciliación en Chiapas- pone de manifiesto la importancia que para el desarrollo cívico, democrático y social del país tienen los comicios chiapanecos del próximo 20 de agosto. En Chiapas se encuentra en juego no sólo la renovación de los poderes públicos estatales -sumidos en el descrédito por el desempeño faccioso y negligente de una larga lista de mandatarios y funcionarios priístas- sino también la posibilidad de alcanzar la paz y la reconstitución del lastimado tejido social chiapaneco.
Aunque a escala nacional los comicios del 2 de julio abrieron la puerta de un cambio político en el país, en Chiapas persisten, de manera ominosa, el hostigamiento a las comunidades indígenas, el acoso emprendido contra opositores y luchadores sociales, la injusticia y el delito perpetrados desde el poder público y el uso del aparato oficial para favorecer al partido allí gobernante. Por ello, resulta evidente que, en Chiapas, un gobierno revestido de una clara e incuestionada legitimidad democrática es uno de los factores indispensables para restablecer el estado de derecho y dar comienzo a la urgente reconciliación social.
Por otra parte, ha de señalarse que el documento mencionado es mucho más que la declaración conjunta de los partidos integrantes de una alianza electoral: sus exigencias de limpieza en los comicios y de respeto irrestricto a la voluntad popular no son sino el eco de las voces de miles de chiapanecos que reclaman libertad para la emisión del sufragio y el fin de las viejas e intolerables prácticas de coacción e intimidación de los electores que, junto al uso del aparato gubernamental y de los recursos públicos en favor de un candidato, todavía subsisten en Chiapas.
En este contexto, cabe hacer un llamado para que, en lo que queda de las campañas y durante los próximos comicios del 20 de agosto, la sociedad chiapaneca exija a todos los actores políticos civilidad y limpieza en las elecciones, emita libremente su voto y defienda el dictado de la voluntad ciudadana expresado en las urnas.
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