EL PLANETA Y LOS LEONES
El Grupo de los 7 más Uno, compuesto por los siete países más ricos del mundo más Rusia, esa gran potencia nuclear que es, sin embargo, también un país dependiente, una semicolonia de los grandes capitales, poco ha cambiado en su reunión en Okinawa.
En efecto, salvo las exhortaciones respecto al desarrollo de la tecnología informática para impulsar la ''Nueva Economía'' y negociaciones concretas en torno al arsenal nuclear, sobre todo entre Estados Unidos y Rusia, la reunión no aportó nada nuevo. Hubo, por supuesto, recomendaciones a Estados Unidos y Canadá, de los que se espera mantengan el crecimiento para evitar un enfriamiento de la economía mundial -pero una recomendación es sólo un deseo, no una propuesta de política- y, en lo concreto, las promesas de la reunión realizada el año pasado en Colonia de anular cien mil millones de dólares la deuda de casi 50 de los países más pobres, quedaron en el aire. Efectivamente, sólo nueve países (entre los cuales están Bolivia y Honduras, en nuestro continente) se beneficiaron -muy parcialmente- de dicha promesa.
Además, incluso en el caso de que la condonación de la deuda llegase a la cifra anunciada y abarcase a todos los países más pobres, los mismos deberían seguir pagando dos tercios de su deuda externa y quedarían prácticamente bajo el control internacional, con su economía regida directamente por el Fondo Monetario Internacional. De este modo, no sólo los países pobres seguirían exportando capitales a los bancos de los países ricos, sin poder hacer nada frente a las consecuencias de las epidemias como el sida o de las guerras, sino que además deberían ceder a las condiciones leoninas del FMI que el propio director general de esta organización, Horst Köhler, califica de excesivas.
Es interesante contrastar esta avaricia presente en las resoluciones del G-7 con las cifras sobre la cotización en bolsa y los activos de las mil empresas más grandes del mundo (encabezadas por General Electric), 484 de las cuales son estadunidenses y 149 japonesas. El valor de mercado de dichas empresas (muchas de las cuales pertenecen a conglomerados que se subdividen por razones fiscales u otras) llega a 23 billones 942 mil 986 millones de dólares (el producto interno bruto mundial asciende a 28 billones 736 mil millones 978 millones de dólares, o sea a una cifra casi equivalente a la del valor de esas mil empresas gigantes), mientras que el valor de los activos de las mismas llega a casi 41 billones de dólares (casi dos veces el PIB mundial).
Este es el mundo real que la propaganda presenta como el más justo y el más eficaz para el desarrollo y este es el poder real que dirige el mundo y determina la política de los gobiernos, incluidos los de las grandes potencias, aunque también la propaganda nos hable de democracia. Nunca antes, en toda la historia humana, la concentración de la riqueza y del poder en pocas manos y el despojo masivo de la inmensa mayoría de los habitantes de nuestro planeta habían llevado la desigualdad social a un grado tan inmoral y tan peligroso.
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