MORELOS: ƑVIOLENCIA RECURRENTE?
Ayer fueron encontrados, en la autopista Cuernavaca-Acapulco, tres cadáveres de presuntos secuestradores, todos con tiro de gracia; en la localidad Emiliano Zapata, en tanto, se halló el cuerpo de una mujer, también ejecutada, en lo que, en la primera interpretación de las autoridades, podría ser el saldo de un secuestro fallido. Los hallazgos ocurrieron a una semana de los asesinatos, con características similares, de dos jóvenes residentes de Cuautla, homicidios que se imputa al agente judicial José Alfredo López, El Cuervo.
De manera inevitable, los indignantes hechos referidos evocan, para los morelenses, los tiempos aciagos del ex gobernador Jorge Carrillo Olea, hoy inhabilitado, en los cuales el narcotráfico, la industria del secuestro y el asesinato, sentaron sus reales en Morelos.
A la luz de lo ocurrido en días recientes, es obligado preguntarse si las estructuras delictivas que se enseñorearon en la entidad fueron realmente desmanteladas tras la caída de Carrillo Olea o si perduraron y ahora vuelven a operar. Esta pregunta pone en duda la veracidad del saneamiento de los cuerpos policiales y de la procuraduría local que fue emprendida, se dijo, tras la llegada de Arturo García Rubí al Ejecutivo estatal.
Debe considerarse, a este respecto, que la extensión y el poder que alcanzó la delincuencia organizada en Morelos sólo podía explicarse por la corrupción y la complicidad de numerosos funcionarios y agentes de seguridad pública y procuración de justicia.
Ahora, con los recientes hechos de sangre, se esboza la posibilidad estremecedora de que la estructura de criminalidad, encubrimiento e impunidad de años anteriores esté viva y operante, y que vuelva a expresarse en un entorno caracterizado por la relajación del control político y la inminente alternancia en el gobierno de la entidad.
La duda va a esclarecerse pronto. Si las autoridades locales logran esclarecer los homicidios de manera expedita, verosímil y con apego a derecho, y si se procura e imparte justicia contra los responsables, como lo exige la comunidad morelense y la sociedad nacional, podrán disiparse la perspectiva referida y las sospechas comentadas. Cabe esperar que así sea.
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