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México, D.F. domingo 23 de abril de 2000
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Editorial

BRASIL: UNA PROPUESTA OMINOSA

SOL El presidente de Brasil, el sociólogo Fernando Henrique Cardoso, que sostiene ser socialdemócrata, acaba de conceder una entrevista a un diario ultraconservador francés en la cual dice que está dispuesto a reinstaurar la pena de muerte, que estuvo vigente hace dos décadas bajo la dictadura militar que oprimió a su país (y que llevó al exilio a Cardoso mismo).

Si la idea es atroz, la oportunidad elegida para expresarla es igualmente terrible. En efecto, los indígenas brasileños sobrevivientes a la colonización portuguesa, que los diezmó, y a la explotación y opresión por los terratenientes desde la Independencia, que los redujo nuevamente en número y los obligó a escoger entre adentrarse en la selva o caer en la miseria y la degradación en las zonas "civilizadas", están reivindicando sus derechos y su identidad y enfrentan hoy la violencia y la represión armada de pistoleros al servicio de los latifundistas. Por su parte, los miembros del Movimiento de los Sin Tierra, hartos del retraso en una "reforma agraria" gubernamental que Cardoso califica de "revolucionaria", también han resuelto ocupar pacíficamente y dentro de la ley las tierras que podrían ser adjudicadas a los campesinos. De este modo, los campesinos se enfrentan a la alianza entre las autoridades policiales y los terratenientes, que hacen colectas públicas para comprar armas para expulsarlos de las tierras ya ocupadas o resistir nuevas tomas de terrenos improductivos.

Por consiguiente, las declaraciones de Cardoso arrojan nuevo combustible al fuego ya intenso de la violencia de una policía de gatillo fácil -recuérdese los asesinatos de niños de la calle, recuérdese las matanzas de campesinos desarmados- y, por supuesto, alientan la formación de guardias blancas por los hacendados y su "justicia" sumaria mediante sicarios que jamás deberán rendir cuentas ante los tribunales.

Toda América Latina, felizmente, repudia la pena de muerte como medida bárbara e ineficaz. ƑAcaso, en efecto, los asesinatos "legales" en Estados Unidos, con la horca, la silla eléctrica, inyecciones letales o cualquier otro medio, han disuadido a los criminales y reducido la violencia? Países civilizados, como Francia, que un tiempo tuvieron la pena de muerte, la han abandonado hace rato y resulta aberrante que un intelectual que dice ser "socialista" piense hacer retornar su país a la barbarie del régimen castrense, que pisoteó la Constitución, las leyes y todos los derechos humanos.

En el momento mismo en que en otros países del Cono Sur las penas de muerte aplicadas por los gobiernos militares (las desapariciones, los asesinatos) están siendo condenadas y las instituciones oficiales piden perdón por haberlas permitido, Brasil, cuya bandera ostenta el lema de "Orden y Progreso", no puede oponerse al progreso en nombre de un orden policial, pues la violencia sólo puede combatirse con el respeto por los derechos humanos que figuran en la Carta de las Naciones Unidas y elevando el nivel de vida de la población, dando tierra y trabajo a quienes carecen de ese derecho, respetando a las minorías indígenas, reduciendo la escandalosa diferencia entre ricos y pobres, en la que Brasil tiene una triste primacía mundial.

Sería oportuno, por lo tanto, que las cancillerías latinoamericanas pidiesen explicaciones al gobierno brasileño por la idea desestabilizadora de la democracia y contraria al espíritu legal latinoamericano que acaba de expresar nada menos que el presidente del país más poblado del continente.


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