VIGENCIA DE LA EDUCACION LAICA
La realización misma del foro Laicidad en un Estado de valores democráticos, organizado por la Secretaría de Gobernación, aparece, en el contexto actual, como un gesto de contención ante los nada disimulados afanes de la jerarquía católica por recuperar espacios de poder de los que fue expulsada por la historia nacional. Ese empeño de reconquista es especialmente intenso en los ámbitos educativo y de salud, en los cuales la Iglesia católica querría revivir mecanismos de control de antaño para formar a las personas de acuerdo con su tradicional sistema de valores, y tutelar los actos de la vida privada mediante una moral sexual formulada en el medioevo.
En tales circunstancias, resultan destacables los señalamientos de dos altos funcionarios gubernamentales -Miguel Limón Rojas, secretario de Educación, y Humberto Lira Mora, subsecretario de Gobernación- sobre la necesidad de garantizar el carácter laico de las instituciones políticas y del sistema educativo público, así como sus advertencias en el sentido de que la pretensión de introducir el factor religioso en ambos terrenos daría lugar a la gestación de conflictos y desgarramientos semejantes a los vividos por la Nación en épocas pasadas de su historia.
Ciertamente, la ética cristiana es portadora de valores y principios de reconocida universalidad y vigencia, y la moral católica recoge muchos de ellos. Pero, al mismo tiempo, la jerarquía eclesiástica le incorpora una serie de fanatismos, supersticiones y arbitrariedades que constituyen un grave peligro en el terreno de la salud pública y una distorsión en la esfera cívica. Ejemplo de lo primero es la reiterada condena de los jerarcas católicos a los métodos de planificación familiar y prevención de enfermedades de transmisión sexual, condena a la que ayer hizo referencia Javier Lozano Barragán, presidente del Pontificio Consejo para la Salud de la Curia Romana.
El prelado mexicano defendió la oposición criminal del Vaticano al uso del condón y reiteró alegatos seudocientíficos en torno de que tal artefacto es "extremadamente inseguro" para prevenir la infección por VIH. Sin afirmar que el preservativo de látex posea una infalibilidad semejante a la que se atribuye al obispo de Roma, es claro que, en el entorno social y cultural del año 2000, su uso constituye el único instrumento eficaz para contrarrestar la expansión de la epidemia. Adicionalmente, Lozano Barragán repitió el embuste de que la condena vaticana a los métodos anticonceptivos está basada en el evangelio.
Estos actos de desinformación y confusión suelen tener consecuencias nefastas, no sólo porque torpedean los esfuerzos de las instituciones públicas de salud para acotar la propagación del sida, sino también porque inducen a aberraciones e injusticias como la ocurrida recientemente en Mexicali, en donde una adolescente que resultó embarazada en el curso de una violación fue, posteriormente, acosada y hostigada por funcionarios, médicos, sacerdotes y militantes de Provida para impedir que abortara, en lo que constituyó una intromisión en su vida privada casi tan grave como el delito original.
|