EL SALVADOR: TRIUNFO DEL FMLN
De acuerdo con los resultados finales de las elecciones celebradas en El Salvador el pasado 12 de marzo, divulgados la noche del sábado por el Tribunal Supremo Electoral de ese país, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se convirtió en la primera fuerza política, al conseguir 31 escaños en el congreso unicamaral de 84 curules. La oficialista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) quedó en segundo lugar, con 29 puestos. El más espectacular avance del FMLN fue en el ámbito de las alcaldías -entre ellas, la capital nacional, ocho de las 14 cabeceras departamentales y 112 de los 19 municipios periféricos de San Salvador-, en el que incrementó su caudal de votos en 60 por ciento respecto de los comicios anteriores, celebrados en 1997. En contraste, Arena perdió 37 municipios (124, frente a los 161 que logró en 1997).
En el contexto de informaciones que fundamentan el pesimismo en América Latina, la anterior es una buena noticia. Con los resultados referidos, y a pesar de las denunciadas acciones fraudulentas perpetradas el 12 de marzo por el partido del presidente Francisco Flores, se consolida la reciente democracia salvadoreña, surgida de los acuerdos de paz de 1992 entre el gobierno de Arena y el FMLN, organización que hasta ese año libró una guerra popular contra la oligarquía.
En los comicios efectuados en los últimos ocho años el FMLN no ha cesado de crecer como fuerza electoral, fenómeno que constituye una confirmación histórica de la determinación puesta desde fines de los años ochenta por los ex guerrilleros para conseguir una paz negociada, con todo y las peripecias y peligros que el proceso implicó.
La falta de democracia -más aún: el empecinamiento de gobiernos dictatoriales- en la más pequeña de las naciones centroamericanas constituyó una de las razones profundas de la guerra, y cabe congratularse por el hecho de que la cerrazón política sea ya, en lo general, cosa del pasado. La otra de esas causas profundas del conflicto armado, es decir, las lacerantes desigualdades sociales, siguen, por desgracia, vigentes y palpables.
El desafío principal para el FMLN, desde que se lanzó a la lucha política electoral, y más ahora, que se ha convertido en la primera fuerza parlamentaria salvadoreña, consiste precisamente en formular estrategias económicas alternativas para atenuar y superar la grave y persistente injusticia social.
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