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México, D.F. lunes 13 de marzo de 2000
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Editorial

VATICANO: DISCULPA PARCIAL Y TARDIA

SOL En una ceremonia sin precedente, el papa Juan Pablo II pidió perdón ayer, en nombre de la Iglesia católica, por algunas de las atrocidades que el Vaticano ha perpetrado en el curso de su existencia; específicamente, por los actos de barbarie que la jerarquía eclesiástica reconoce como ''pecados''.

Este principio de autocrítica ųque tiene un importante precedente en la reciente disculpa oficial que Karol Wojtyla formuló, con cuatro siglos de retraso, por el infame proceso contra Galileo Galileių es un signo de renovación que no debe ser menospreciado, sobre todo si se tiene en cuenta que hasta hace poco tiempo Roma se consideraba a sí misma una institución exenta de errores. De un plumazo, el pontífice polaco ha puesto en tela de juicio, y acaso sin proponérselo, la infalibilidad papal de sus antecesores y, en consecuencia, de él mismo.

Sin embargo, el mea culpa de ayer tiene una serie de limitaciones, deficiencias y lagunas que es preciso señalar.

En primer término, resulta inevitable y lógico, en tratándose de una institución religiosa, que la petición de perdón sea dirigida a Dios, pero sería deseable y hasta obligado que la disculpa fuese endosada también a la memoria individual o colectiva de los agraviados y a sus descendientes.

Es plausible la admisión vaticana de culpabilidad por la responsabilidad de Roma en los cismas históricos de la cristiandad, en la persecución contra los judíos, en la represión de disidentes, en las violaciones a los derechos humanos y colectivos, en las guerras de religión, en la indiferencia y hasta la saña contra los desamparados y excluidos de muchas épocas y sociedades. Pero la enumeración de faltas no estará completa en tanto la Iglesia católica no aborde explícitamente el tema de las alianzas inmorales que ha establecido a lo largo del siglo XX con regímenes de corte dictatorial y hasta genocida ųapenas hace unos meses el secretario de Estado vaticano, Angelo Sodano, se esforzaba en asegurar la inmunidad para su amigo Augusto Pinochetų y en tanto no modere sus actitudes fundamentalistas y fanáticas en materia de sexualidad, reconozca plenamente los derechos reproductivos y asuma posturas más tolerantes y comprensivas ante quienes ostentan orientaciones sexuales que no cuadran con una moral católica basada en textos de hace 14 siglos.

Finalmente, si el Vaticano pretende que se crea en la sinceridad de sus gestos de arrepentimiento, tendría que llevarlos más allá de la liturgia, adherirse plenamente como Estado a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, denunciar a aquellos de sus integrantes que comen en las mesas de los opresores y represores, así como dotar a la Iglesia católica de mecanismos internos de fiscalización y control que garanticen una corrección de errores e irregularidades un poco más expedita que la actual, que ha demorado 500 años.




CONSOLIDACION CONSERVADORA EN ESPAÑA

SOL En los comicios generales realizados ayer en España, el gobernante Partido Popular (PP) obtuvo un triunfo mucho más holgado del que le pronosticaban las encuestas y consiguió, con poco más de 44 por ciento de los votos, una mayoría absoluta parlamentaria (183 de los 350 diputados y 127 de los 208 escaños del Senado) que le permitirá gobernar en solitario durante los próximos cuatro años. En contraste, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y su aliado Izquierda Unida (IU) experimentaron graves retrocesos electorales que se traducen en la pérdida de 16 y 14 escaños, respectivamente, para quedar con 121 y 8.

Otros datos significativos en la jornada electoral de ayer son el incremento del abstencionismo, que llegó a poco más de 30 por ciento del electorado, y que en los comicios precedentes fue de 22.6 por ciento, así como el resultado contradictorio para la más importante formación nacionalista, la catalana Convergencia y Unión: mientras su hegemonía política se consolida en Cataluña, su presencia en el mapa español pierde sustancia, no sólo en función de un pequeño retroceso electoral (4.20 por ciento de los sufragios frente a 4.60 en 1996) que le significará un diputado menos (de 16 a 15) sino, especialmente, porque el PP del presidente José María Aznar ha dejado de necesitarla para formar gobierno.

Los resultados referidos se tradujeron de inmediato en una crisis en el mando del PSOE, cuyo secretario general y candidato a presidir el gobierno, Joaquín Almunia, presentó ayer mismo su dimisión al cargo. El renunciante manifestó la incapacidad de su liderazgo para "movilizar a una parte del electorado progresista". Su aliado de IU, Francisco Frutos, fue más lejos y se refirió a una "consolidación conservadora" de la sociedad española en los ámbitos económico, social, cultural y político.

El hecho es que, pese a los escándalos por corrupción y a la escasa talla de Aznar como estadista, el electorado español, que goza en estos tiempos de un bienestar económico gestado, en buena medida, durante los gobiernos del PSOE (1983-1996), prefirió orientar su voto al perdón, y no al castigo, de los gobernantes.


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