BANCOMER: EL RESCATE INUTIL
El Consejo de Administración del Banco Bilbao Vizcaya (BBV) adoptó anoche en Madrid el acuerdo de llevar a cabo una fusión con el Grupo Financiero Bancomer, el más grande de México. BBV asumirá, en su momento, el control de 40 por ciento de las acciones del nuevo consorcio, así como la gestoría del banco mexicano. Para empezar, inyectará 600 millones de dólares al grupo BBV-Probursa, su filial en nuestro país, a fin de reforzar su capital y asumir el nuevo compromiso. Aunque aún falta el visto bueno de las autoridades de ambas naciones, la fusión, anunciada también en la pasada reunión de banqueros, en Acapulco, es casi un hecho. Así, el banco más sólido de España absorberá a una de las mayores instituciones rescatadas por el gobierno mexicano con el millonario fondo del Fobaproa, rescate que está siendo pagado con el dinero de los contribuyentes.
Estos hechos ponen en evidencia la inoperancia del "saneamiento y capitalización" de los bancos nacionales e invalida el principal argumento esgrimido por las autoridades para llevar a cabo esta operación que se reveló, a la postre, como el más grande saqueo en la historia del país: el rescate, se dijo, obedecía a la necesidad de asegurar la sobrevivencia del sistema financiero mexicano.
Ahora, cabe preguntarse qué sentido tenía invertir recursos multimillonarios en una banca inútil -incapaz de otorgar créditos a la planta productiva y dañina para la economía por los altísimos costos de intermediación-, que a fin de cuentas habría de ser adquirida por una institución extranjera. En ese sentido, habría sido mejor, por una parte, invertir los más de 800 mil millones de pesos del rescate bancario en educación, salud, vivienda e infraestructura y, por otra, poner en subasta los bancos para que fueran adquiridos por instituciones extranjeras capitalizadas que vinieran a desempeñar la función de motores del desarrollo económico del país, tarea que los bancos nacionales han sido incapaces de asumir en los últimos cinco años.
El saqueo adquiere, así, una dimensión aún más ofensiva y absurda: el quebranto sobrevivirá a las propias entidades financieras que lo generaron. Por lo pronto, el banco más grande de México será el consorcio BBV-Bancomer, donde la voz cantante la llevará el grupo español.
No es un caso único. El Grupo Santander, también de origen ibérico, se perfila como una de las instituciones más sólidas del país. Se configura, de esta manera, un atractivo negocio, en el cual los inversionistas extranjeros comprarán bancos débiles a pesar del rescate, y en el que el sistema financiero perderá, en poco tiempo, el calificativo de nacional.
Ante este panorama, la insistencia oficial de invertir en los bancos privados y de presentarlos como "entidades estratégicas de interés público" carece de bases reales y resulta, más que nunca, exasperante.
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