CHIAPAS: EXPLICITO DESINTERES OFICIAL
Durante su reciente estancia en Europa, el presidente Ernesto Zedillo se ufanó de sus obras de gobierno en Chiapas como la verdadera solución al conflicto en esa entidad, persistió en restar importancia al diálogo como vía para resolver el explosivo panorama político del sureste, redujo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a la intrascendencia histórica y celebró la infinitud de su paciencia ante la rebelión indígena. Ya de regreso en México, el mandatario trazó, en diversas declaraciones, un panorama nacional de bienestar generalizado y estabilidad política. La realidad puso a esas declaraciones un telón de fondo en el que se proyectan, entre otras cosas, un cruento enfrentamiento en un local universitario y en el curso de 24 horas -entre anteayer y ayer- tres emboscadas en el propio territorio chiapaneco, en los municipios de Suchiapa, Chenalhó y Chavajeval, con un saldo global de cinco muertos y un número mayor de heridos, ninguno de los cuales, a lo que puede verse, entra en las cuentas presidenciales.
En el caso chiapaneco, las expresiones de Zedillo sacan del escenario nacional la Ley para el Diálogo, la Reconciliación y la Paz Digna, la Constitución y las gestiones de la Cocopa, así como los esfuerzos innumerables y sostenidos de centenares de miles de mexicanos para evitar que el alzamiento del primero de enero de 1994 desembocara en una guerra en regla. Los indígenas mismos, en esa perspectiva, pierden su condición de actores sociales y se convierten en meros beneficiarios pasivos de la magnificencia del gobierno, único protagonista con méritos suficientes para figurar en la historia.
Esta actitud no sólo resulta indicativa de un ejercicio excluyente y autorreferencial del poder público, sino que abre un peligroso margen a la reactivación de la violencia en la entidad del sureste, porque restar importancia al diálogo implica reducir las posibilidades de la paz, justo en momentos en que mexicanos confrontados siguen muriendo en el marco de un conflicto que, de manera explícita, ha dejado de interesar a las más altas autoridades.
Lo dicho en Europa por el presidente Zedillo no es, ciertamente, la única expresión de la actitud referida. Otro indicativo inquietante es la resistencia del gobierno federal a que la Cocopa organice un seminario sobre procesos de paz con negociadores internacionales de gran relevancia, originalmente previsto para realizarse este mes. Es claro que un evento semejante conjuntaría personajes que se han caracterizado ante la historia por una indoblegable y abundante voluntad política y pondría en evidencia la falta de ella por parte del actual gobierno del país anfitrión.
|