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México, D.F. jueves 27 de enero de 2000
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LA BANCA INUTIL

SOL El director general del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), José Luis Flores, afirmó ayer que entre 1994 y 1999, y en el marco de la crisis económica que inició en diciembre del primero de esos años, la banca comercial redujo en 71 por ciento el financiamiento que otorga a empresas y a familias. Ante esa disminución del crédito, agregó el funcionario, la banca de desarrollo cubrió espacios que quedaron desatendidos por el sistema bancario privado. Flores destacó asimismo, como un hecho obvio, que la economía nacional ha subsistido y crecido en el periodo de referencia, sin el apoyo crediticio de la banca comercial.

En una conferencia dictada en la Universidad de las Américas, Flores señaló que la presencia del crédito bancario fue subsanada por los empresarios con acciones como el traslado del costo de sus inventarios a sus proveedores, las alianzas estratégicas con inversionistas extranjeros o la recapitalización directa de sus empresas.

De los señalamientos del titular de Banobras se desprende, en suma, que el país y la economía han podido prescindir de los bancos reprivatizados en el sexenio pasado, y se llega necesariamente a la pregunta de por qué se comprometió a la nación en una operación multimillonaria para rescatar a un conjunto de empresas financieras que, tal y como han venido siendo administradas, son tan prescindibles como perjudiciales para México.

El negocio y el objetivo principales de los bancos privados son comprar (mediante depósitos) y vender (mediante créditos) dinero; sin embargo, en nuestro país, durante el último lustro, la banca comercial no cumplió a cabalidad con ninguno de esos fines. La debilidad de su volumen de captación de ahorro queda en evidencia con los reportes sobre los depósitos de individuos y corporativos mexicanos en bancos de Estados Unidos; en cuanto al otorgamiento de créditos a la industria o al consumo, tal actividad prácticamente cesó cuando, en 1995, se hizo evidente que endeudarse con un banco mexicano equivalía a un suicidio financiero.

Ante su incapacidad para realizar los negocios para los que fueron concebidos, los bancos privados generaron un monto de pérdidas cercano a los cien mil millones de dólares, con todo e intereses, que ahora, tras la legalización del Fobaproa por los diputados del PRI y del PAN, habrá de ser pagado por los contribuyentes y por los mexicanos en general.

Lo anterior --botón de muestra de todo un estilo de administrar los recursos públicos-- nos coloca ante una disyuntiva insoslayable: o bien el rescate bancario emprendido y legalizado este sexenio es una manifestación de extrema ineficacia y falta de visión gubernamental, o bien constituye la expresión visible de un desfalco monumental cuya investigación ha sido sistemáticamente denegada.


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