DERECHOS HUMANOS: CUIDAR LA SOBERANIA
En una carta dirigida a Madeleine Albright, secretaria de Estado de Estados Unidos, legisladores de ese país le manifestaron su preocupación por las violaciones a los derechos humanos en México, particularmente contra indígenas de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, entidades donde hay una importante presencia castrense. En la misiva, los representantes sugieren a la funcionaria incluir el tema en la agenda bilateral y revisar la cooperación militar de Washington con el Ejército Mexicano, ante sospechas de que el entrenamiento y el equipo estadunidenses destinados originalmente a la lucha contra el narcotráfico son empleados en acciones de contrainsurgencia y entrenamiento de grupos paramilitares.
Como se informa hoy en las páginas de este diario, las preocupaciones de los legisladores del vecino país se basan en observaciones formuladas por sus asesores en una reciente visita a México, y en informes que señalan a los militares como los principales autores de violaciones a los derechos humanos. En efecto, Amnistía Internacional y Human Rights Watch, organismos mundiales con credibilidad, así como numerosas organizaciones no gubernamentales mexicanas, han denunciado y documentado en los años recientes los graves abusos que se cometen contra indígenas del sur y sureste del país, de modo que estos nuevos señalamientos no dicen nada nuevo.
Podrá decirse que al emitir un juicio sobre las fuerzas armadas, los legisladores estadunidenses incurren en una intromisión en asuntos internos de nuestro país y en un agravio a la soberanía nacional. Sin embargo, en el actual panorama internacional, en el que el respeto y la vigencia de los derechos humanos son más que nunca universales, el hecho mismo de atentar contra las garantías individuales pone en riesgo la soberanía, pues el gobierno que lo hace da pie a juicios e iniciativas procedentes del exterior.
En esta lógica ineludible impuesta por la globalización y la creciente interdependencia, la vigencia del estado de derecho ųes decir, respetar y hacer respetar las leyesų constituye la única defensa viable de la soberanía.
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