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México, D.F. viernes 7 de enero de 2000
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ECUADOR: LA VERDADERA CONSPIRACION

SOL Ante el severo descontento social que enfrenta, el gobierno de Ecuador, encabezado por Jamil Mahuad, no ha encontrado más explicación que la de una presunta conjura contra el orden constitucional por parte de los manifestantes que exigen la renuncia del mandatario, cuya política económica se ha traducido en el peor desastre financiero en la historia del país sudamericano: con más de 62 por ciento de la población en la pobreza y 17 por ciento de la fuerza laboral en el desempleo, Ecuador enfrenta, además, una inflación galopante y una aguda depreciación de su moneda ųel sucreų ante el dólar.

Es justo señalar que el clima de exasperación popular en el país andino es anterior a la llegada de Mahuad a la presidencia, en agosto del año antepasado. Ya en febrero de 1997 las masivas expresiones de descontento lograron deponer a Abdalá Bucaram, un populista con inquietantes rasgos de desequilibrio mental que unos meses antes obtuvo el sufragio popular mayoritario, aprovechando el hartazgo de los ecuatorianos ante su propia clase política. Posteriormente, ya durante el mandato de Mahuad, en julio del año pasado, el país fue paralizado durante dos semanas por una huelga general.

Ha de considerarse, también, que las expresiones más severas de la actual crisis económica se desencadenaron tras una declaración de moratoria parcial a los pagos de la deuda externa por parte del gobierno, el cual, ciertamente, no estaba en condiciones de efectuar tales erogaciones. Tal medida generó una fuga masiva de capitales y expresiones de "desconfianza financiera" por parte de los especuladores internacionales, lo que, a su vez, trajo como consecuencia una espiral de devaluaciones, una estampida de las tasas de inflación y una grave carencia de recursos monetarios en todo el país.

Con tales antecedentes, resulta claro que, si existe un "afán conspirativo clarísimo" contra el orden institucional, éste no proviene de los afectados por la crisis económica ųes decir, de la gran mayoría de la poblaciónų, sino de la llamada comunidad financiera internacional, la cual castigó a Mahuad por haber declarado una moratoria parcial y temporal de los pagos de la deuda externa, así como de los organismos financieros que prescribieron al gobierno de Quito medidas de austeridad por demás lesivas para la economía popular.

Finalmente, debe tenerse en mente que las explosiones de descontento social ųy la consiguiente desestabilización políticaų ante el modelo económico al que se encuentran uncidos casi todos los gobiernos de América Latina no ocurren únicamente en Ecuador.

Tal modelo propicia la disolución social y la violencia en todas nuestras naciones, y así seguirá ocurriendo en tanto los funcionarios económicos sigan más empeñados en aplicarlo que en buscar propuestas alternativas.


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