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México, D.F. domingo 21 de noviembre de 1999
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OSCE: MUCHO RUIDO, POCAS NUECES

SOL La cumbre de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa, inaugurada con tanta pompa en Estambul y a la que asistieron los primeros mandatarios (incluido Bill Clinton, que europeo no es) y jefes de gobierno del Viejo Continente, se cerró el viernes sin resultados concretos. El responsable fue Boris Yeltsin o, mejor dicho, el periodo prelectoral que atraviesa Rusia y que no permitió al tambaleante zar moscovita aceptar el papel de un nuevo Slobodan Milosevic y hacer públicamente de la guerra en Chechenia el equivalente a la guerra en Kosovo y de Rusia la igual de Yugoslavia. Por eso Yeltsin se retiró espectacularmente de la conferencia (a la cual había asistido a conciencia de lo que se trataría en ella), pero dejó sus negociadores.

De este modo el Tratado sobre la Reducción de las Armas Convencionales carece de sentido mientras Rusia se empeñe en no respetarlo, lo que es difícil mientras libre su guerra en Chechenia por el control del Cáucaso, zona petrolera y base para el dominio del Asia Central ex soviética. Igualmente la decisión de la OSCE de asegurar "el derecho de observación" en los asuntos internos de una nación con conflictos armados (Yugoslavia tenía ese tipo de conflictos en su región, Kosovo y Rusia los tienen en las repúblicas caucásicas que integran la Federación Rusa) quedó en una simple promesa de Moscú de retirar del norte del Cáucaso, "lo antes posible", un número de soldados y medios indeterminado para "crear las condiciones" en un tiempo vago para una ayuda exterior humanitaria (por supuesto civil, que incluya observadores).

Una cosa, evidentemente, es hacer una guerra contra un pequeño país de una decena de millones de habitantes, como Yugoslavia, para amenazar a Rusia, y otra enfrentar el nacionalismo, civil y militar, de una gran potencia europea que, además, aunque destrozada y en crisis, sigue siendo la segunda potencia militar mundial. De este modo la conferencia terminó en el ridículo, Yeltsin se puede presentar como nacionalista y defensor de la Madre Rusia ante el pueblo y el ejército, Estados Unidos mostró su debilidad política y su temor a una nueva crisis rusa poco antes de la conferencia de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, donde espera librar su verdadera batalla contra la Unión Europea, y Europa demostró su impotencia ante Washington y ante Moscú.

Para colmo, la conferencia realizada en territorio turco no adoptó ninguna resolución sobre la ocupación turca, por medio siglo, de la mitad de Chipre, ni sobre la guerra del gobierno turco contra sus ciudadanos kurdos, a pesar de que Turquía forma parte de la OTAN y quiere ser miembro con derechos plenos de la Unión Europea. La derrota de la OSCE, por lo tanto, fue también moral y pone en evidencia la carencia de normas para las relaciones internacionales así como la crisis del concepto mismo de soberanía, tanto en los Estados multiculturales y multiétnicos como en el caso de los semi Estados, como la Unión Europea.

Razón de más para que los pueblos discutan y defiendan las normas que deben regir la defensa de las minorías y las particularidades y su relación con el derecho, con lo universal, para asegurar la paz, la democracia, y el respeto a la autodeterminación.


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