LABASTIDA: CANDIDATO LEGITIMADO
El Partido Revolucionario Institucional y el régimen parecen haber salido airosos de las elecciones primarias realizadas ayer, en las cuales Francisco Labastida Ochoa logró, de acuerdo con los resultados preliminares, un triunfo abrumador ųsi no en el porcentaje total de votos, al menos en el número de distritos ganadosų sobre su más cercano contendiente: Roberto Madrazo Pintado, quien reconoció, poco después de la medianoche, que la tendencia de los sufragios le era desfavorable.
El partido tricolor se dota, de esta manera, de un candidato de cara a los comicios presidenciales del año entrante, legitimado por un proceso de selección aceptado, a la postre, por los contendientes, a pesar de las virulentas críticas al proceso mismo y los intensos ataques personales que caracterizaron las campañas de los precandidatos.
Ciertamente, el proceso se vio contaminado por prácticas fraudulentas y distorsionadoras ampliamente conocidas por la opinión pública: la holgada superación de los gastos de campaña por parte de los dos aspirantes punteros, la compra de votos y, lo más grave, por el uso de recursos públicos para favorecer candidatos. Pero, a la postre, ninguno de los perdedores consideró que tales prácticas ameritaran una descalificación de la elección en su conjunto. El que las confrontaciones, las denuncias y los amagos de ruptura partidaria hayan quedado en agua de borrajas muestra que las convicciones, los intereses y la disciplina priístas pueden sobrevivir a la práctica del dedazo presidencial.
Lo anterior constituye el mayor triunfo político logrado por el presidente Ernesto Zedillo en lo que va de su mandato, y es, sin duda, una renovación de primera importancia para el régimen en su conjunto, el cual llegará a los comicios del 2000 fortalecido por el argumento de su recién estrenada democracia interna.
Por otra parte, resulta preocupante la posibilidad de que las prácticas ilegítimas que los propios priístas exhibieron en el curso de este proceso pudieran repetirse en los comicios federales del año entrante, contra las fuerzas electorales de la oposición. En este sentido, es claro que el tricolor tiene pendiente aún una vasta tarea de erradicación de lastres antidemocráticos y de educación de sus operadores políticos. Cabe esperar que lo consiga y pueda refrendar, así, de cara a la nación, los propósitos renovadores que animaron los comicios internos de ayer.
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