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Ciudad perdida

El apoyo popular a la Presidenta // El proyecto expansionista de Trump // Tiempos de traidores

A

final de cuentas, es en la calle donde se mide qué tan exactas son las encuestas y las que aseguran que más de 70 por ciento de los habitantes del país apoyan a su PresidentA, frente a cualquier amenaza. No se equivocaron.

Sobre todo si tomamos en cuenta que un día antes, Donald Trump hizo pública la “Estrategia de Seguridad Nacional”. En otras palabras: nunca más unas elecciones libres y en adelante, una derecha beligerante sostenida por Trump, es decir, las nuevas formas de intervenir y pervertir elecciones y para la expansión: aliento y apoyo a las derechas de la región para deshacerse de los gobiernos de izquierda o progresistas, con el fin de “restaurar la preminencia estadunidense en el hemisferio occidental y proteger nuestra patria”, dice el documento firmado por Trump.

La amenaza fue para todo el continente, pero la manifestación de la gente en el Zócalo cayó muy bien en los momentos en los que Trump le daba oxígeno a la Doctrina Monroe y advertía que su “estrategia“ –sin ninguna prudencia política que diera por sentada la soberanía de los estados– planea “reclutar y expandir”. Reclutaremos a amigos consolidados –ya sabemos quiénes son– en el hemisferio para controlar la migración, detener el flujo de drogas y fortalecer la estabilidad y la seguridad en tierra y mar.

“Nos expandiremos cultivando y fortaleciendo nuevas alianzas, al tiempo que reforzamos el atractivo de nuestra propia nación como socio económico y de seguridad preferido del hemisferio”. Más claro ni el agua.

Ese proyecto expansionista, para diseñarse con tal confianza, seguramente ya tiene, en la región, los personajes listos para cumplirse. No obstante, en México sabemos quiénes son los de aquí que sueñan con las barras y las estrellas y si para el festejo se llena el Zócalo, para la defensa de la soberanía y de la PresidentA no habrá descanso y la plaza mayor se mostrará pletórica, no faltará nadie.

Y es que había que darse una vuelta por las calles aledañas al Zócalo para mirar de cerca cómo llegaron muchos de los que llenaron la plancha del corazón del Centro Histórico. Era gente común que iba a ver a su PresidentA, y aunque sí había camiones que desde muy lejos habían traído gente, ésos, los que daban entrevistas y platicaban de los porqués de su presencia, llegaron por sus medios.

Eran familias enteras que desafiaron al clima que había amenazado latiguear con viento helado a quienes se atrevieran a retarlo y que al final, sumiso ante la multitud, suavizó los golpes de frío y dejó transcurrir el mitin que esta vez quería decir muchas cosas, hacia dentro y hacia afuera.

Y aunque la noticia del proyecto expansionista de Trump apenas se levantó por un par de medios y es muy probable que los asistentes al mitin no estuvieran al tanto de los sueños macabros de Trump, su presencia en el Zócalo era una respuesta que seguro se leyó allá, del otro lado.

Ojalá esta vez desde la ONU se levanten las voces de los países que han logrado alianzas para destruir o condenar a los enemigos de la democracia, y se dé un aviso a los estados de la región para que se tomen las precauciones necesarias, porque lo que se nos ha avisado es que ya no habrá elecciones que no se puedan comprar y que, cuidado, hoy es tiempo de traidores.

En pocas palabras: Trump nos avisó de la muerte de la democracia –antes tan querida– por sus propias manos, sólo fue un aviso.

De pasadita

Ya conocemos la lista interminable de cosas que se anunciaron como parte de los trabajos para el Mundial del año que viene. Lo que no vemos es cuándo van a empezar a trabajar o es pura demagogia al estilo Alessandra Azul –aborrece el rojo– de la Vega. Ya veremos.