Opinión
Ver día anteriorDomingo 7 de diciembre de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Rosa Nissan
T

odos los libros de Rosita Nissan publicados a lo largo de su vida son más que un libro: son una rebanada frutal y alimenticia que nutre y calma la sed de sus seguidores y de jóvenes lectores que admiran la forma en que habla de sí misma y del México que le ha tocado vivir con pasión, alegría y mucho sentido del humor.

Vi a Rosa por vez primera en el frontón que Alicia y Alfonso Trueba prestaban para impartir algunas clases a cargo de Vicente Quirarte, Gonzalo Celorio, Hugo Hiriart, Juan Villoro y otros grandes maestros de literatura. Cuando el presidente Luis Echeverría nombró a Rosario Castellanos embajadora en Israel, el Instituto Kairos que dirigía el padre Pardinas me mandó pedir que la remplazara, cosa imposible, porque ante todo yo era periodista. Después del frontón, Alicia Trueba construyó en su casa de San Ángel un salón de gran tamaño sólo para talleres literarios, y entonces supe lo que era la total devoción por la literatura de un grupo de hombres y mujeres que comentaba lecturas y acontecimientos culturales del llamado Distrito Federal. Lo hacían con pasión. Veinte hombres y mujeres esperaban en torno a una mesa la llegada de su maestro a las 10 de la mañana. En una de esas entró al salón con mucho desparpajo y graciosa gorrita en la cabeza una mujer que dijo en voz muy alta: “Soy Rosa Nissan”. Había una interrogación en su mirada y pensé, al ver el hambre en sus ojos: “ahí adentro hay algo muy distinto”. Todas las presentes amábamos la literatura y todas habíamos leído por lo menos a los grandes rusos, a Tolstoi, a Dostoievski y a ése escritor que todavía flota en el cielo, Antoine de St. Exupéry, quien nos envió a un Principito que supo caer de otro planeta y pedirle que por favor le dibujara un borrego. Todas éramos borregas en la realidad de nuestra vida de esposas y madres abnegadas.

Al leer los primeros textos de Rosa Nissan pensé: “ella sí tiene una rebeldía adentro”. Rosita aún no sabía que sería escritora y que iba a darnos su primera novela Novia que te vea, obra que no sólo se lee, sino que se bebe paladeándola y se guarda en la noche debajo de la almohada para poder abrirla de inmediato a la mañana siguiente.

En esos años, Rosa parecía una manzana, por eso los libros que escribió resultaron frutales. ¿Por qué nos los comíamos a mordidas? Porque Rosa confecciona una obra que llega al paladar y luego al estómago y finalmente se queda como si los hubieran sembrado en el Jardín de las delicias que es nuestro cuerpo.

Rosa era la más espontánea de todas las posibles escritoras, la más auténtica y, por tanto, la más valiente. Su prosa sorprendía y provocaba risas y sonrisas, como quien juega a la roña o a los encantados del recreo. Hinchada de palabras, todas esperábamos que salieran de su boca, y sobre todo de su pluma, para sonreír y, en muchas ocasiones, reírnos a carcajadas. Quienes amamos la literatura escuchamos a Rosa Nissan con gran atención y curiosidad.

Cuando Rosita llegó al Taller de Literatura de Alicia Trueba, hace 60 años o más, nos considerábamos unas pollitas que buscan semillas en la tierra, porque no imaginábamos cuál podría ser nuestro futuro y mucho menos que lograríamos publicar un libro. Madres de familia, ninguna pensaba en una vida de entrega a la literatura. Recién casada, Rosita tuvo cuatro hijos y se entregó a ellos día y noche, como ya ha escrito en novelas y cuentos. Un día después de dejar a sus niños en la escuela, preparar la comida, sacar la ropa de la lavadera y tirar la basura, decidió seguir su intuición y presentarse en el taller de literatura de Alicia y a Alfonso Trueba, quienes habrían de convertirse en dos grandes amigos. Todavía recuerdo a Rosita entrar al salón en el que la esperaba una mesa como de billar y decir con voz fuerte: “mi nombre es Rosa Nissan y quiero ser escritora”. Su gorrita roja de caperucita sin lobo nos hizo sonreír y la interrogación en sus ojos nos hizo comprender que era cosa de vida o muerte. Se sentó en la mesa rectangular para 24 personas, y los maestros Gonzalo Celorio –quien acaba de ganar el Cervantes 2025 y al que todas consideraban guapísimo, además de notable escritor–, Magda Solís y Hugo Hiriart la miraron con gran simpatía. Y de ahí para el real, Rosita salió a la conquista de las letras con una obra que le ha atraído muchos lectores.

Desde entonces, Rosa Nissan no ha dejado de publicar un libro tras otro a partir del sensacional Novia que te vea, que hizo que muchas recién casadas aprendieran a rebelarse ante el encierro y las largas sesiones de tele en las cuales su marido le pedía: “hazme piojito”. Todas las asistentes al taller abrazaron su sinceridad y su rebeldía. Rosa padecía su vida de recién casada con las socias del deportivo Israelita hasta que decidió lanzarse a otra alberca, la de la literatura, mediante talleres iniciados por un sacerdote católico, el padre Felipe Pardinas, quien renunció a su vocación y escandalizó a su época porque sus sermones liberales o libertarios tenían mucho jalón.

Rosa y yo hemos compartido lecturas y múltiples momentos de felicidad por libros leídos en común y conferencias oídas en la voz de maestros de la talla de Gonzalo Celorio, Juan Gelman, Juan Villoro, José Agustín, Agustín Ramos, Hugo Hiriart, Magda Solís y otros creadores. A partir de la publicación de Novia que te vea, Rosa empezó a viajar para hacer también una novela en esos vuelos a través de océanos que la liberaban y lanzaban a lo desconocido, lo otro. Rosa trató a sociedades de hombres, de mujeres inesperadas. Todo lo que ha vivido quedó escrito; las páginas leídas y hasta memorizadas la han enriquecido y han alimentado su creatividad a partir de su primera novela: Novia que te vea, después con sus Hisho que te nazca, Las tierras prometidas, No sólo para dormir es la noche, Los viajes de mi cuerpo, Me viene un modo de tristeza y su último libro, Cuántas rosas hay en un rosal.