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Tumbando caña

La fleur de Cayenne

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▲ Paquito D’ Rivera Quintet durante su presentación en la Sala Nezahualcóyotl el mes pasado.Foto Luis Castillo
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on 77 años de edad y un perfecto manejo de sus instrumentos: saxo alto y clarinete, Paquito D’ Rivera es en la actualidad la figura suprema del llamado jazz latino. Es, como dijera Dizzy Guillespie, “uno de los pocos músicos que abarcan la vasta gama de la música popular y clásica para enriquecer el jazz”.

Si bien la notoriedad de su arte se dio cuando formó parte del grupo Irakere, es a su llegada a Nueva York, a principios de los 80, cuando despierta un gran interés en las comunidades de jazz y música latina. Su primer conjunto, el Havana New York Ensemble, se conoció como “la escuelita” porque de sus filas surgieron solistas como el percusionista Daniel Ponce, el guitarrista Fareed Haque, el trompeta Claudio Roditi y los pianistas Hilton Ruiz, Michel Camilo y Danilo Pérez, entre otros ilustres instrumentistas.

También mostró gran afinidad para las colaboraciones. Con Jorge Dalto grabó El día que me quieras; con Camilo, Why Not; con Haque, valses de Antonio Lauro; el chorinho Segura ele con Romero Labambo; el bolero Como un milagro con Danilo Pérez, y danzas de Cervantes y Lecuona con Israel López Cachao. Y no paró. Gracias a esa enorme musicalidad y valores interpretativos, Paquito D’ Rivera se convirtió en un artista que atrajo constantemente a entidades interesadas en incorporar sus brillantes sonidos de clarinete y saxofón a su música. Siempre tendiendo puentes musicales y manteniendo una mentalidad integradora.

En la actualidad, ese interés por las fusiones de géneros y colaboraciones con músicos afines ha dado como resultado su reciente trabajo discográfico La fleur de Cayenne (2025) . Álbum de ocho temas que hoy nos ocupan y que fusionan ritmos afrocubanos, joropo venezolano, milonga y tango argentino con jazz tradicional y música de cámara. Todo esto pergeñado con la Madrid-New York Connection Band, un grupo de músicos cubanos expatriados y un vibrafonista colombiano residentes en Madrid, integrada por Pepe Rivero (piano), Reynier Elizarde “El Negrón” (contrabajo), Georvis Pico (batería), Yuvisney Aguilar (percusión), el colombiano Sebastián Laverde (vibráfono), y como invitado especial el armonicista español Antonio Serrano.

El tema que abre el álbum, La fleur de Cayenne, es un joropo venezolano con cambios de tempo que permite a cada solista lucirse, mientras Miriam, la pieza que sigue, autoría de Bebo Valdés, dedicada a su hija menor, es una suerte de balada llevada suavemente por el clarinete de D’ Rivera y la armónica de Serrano, quien le añade un toque melancólico que contrasta con la sugerencia rítmica de un danzonte.

Paq-Man in La Pampa, es decir, Paquito el ché, combina elementos de jazz y música argentina en una estructura instrumental apoyada en el clarinete como instrumento solista y la sección armónica de piano, batería, contrabajo y percusión. Aquí se percibe cierta influencia de Mozart, compositor a quien Paquito rinde siempre pleitesía.

Vals Venezolano muestra la versatilidad del compás 3 por 4 en el vaivén del clarinete mezclado con el swing del piano. En otro orden, supone una restructuración de varios estilos venezolanos, no sólo del propio vals, sino también del joropo. El ritmo 3 por 4 está presente; sin embargo, se compagina con matices bebop y jazzísticos.

El álbum continúa con Milonga gris. La milonga, género bailable del Río de la Plata es abordado por Paquito y compañía con un tempo lento al inicio que se acelera conforme avanza la pieza, integrando a la estructura del clarinete-guía y la base pianística el ritmo del vibráfono, que borda con soltura los límites del género argentino-uruguayo.

Ante el escorial es la parte española, por así decirlo, una composición de Ernesto Lecuona dedicada al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Agradable pieza en la que el piano adquiere un rol coprotagonista con el saxofón. Apenas se suma algún elemento de percusión y unos arreglos de vibráfono. De modo que nos hallamos ante el corte más minimalista del álbum.

Por otro lado, A la antigua discurre entre el son y el bolero. Destacan el piano (en lo armónico y en la percusión) y el clarinete. A su vez, la melodía “soporta” un peso esencial para los dos instrumentos. En los minutos finales, el vibráfono adquiere la cadencia sincopada del son.

Cierra el álbum con una bonita versión de Cinema Paradiso, del legendario compositor de cine Ennio Morricone, donde la armónica se turna nuevamente con el clarinete, arropados por el piano y la percusión, que apoya sin hacer alarde, manteniendo, eso sí, la síncopa jazzística.

En resumen, La fleur de Cayenne es un trabajo muy disfrutable, en el que Paquito D’Rivera y colegas logran hacer de la fusión virtud. Hay toda una concepción musical propia del virtuoso que es D’ Rivera; sin embargo, no hace ningún alarde de ello. No exalta innecesariamente las melodías, sabe cuándo menos es más, cuándo acelerar, cuándo callar, pues tan importante es el silencio como el sonido. Además, el sonido que extrae tanto de su saxofón alto, como de su clarinete que es seguro y nítido, no delata su provecta edad.