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Ver día anteriorDomingo 30 de noviembre de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Placer inagotable
H

ay placeres que nunca se agotan, uno de ellos es ver obras de arte. Además de los museos, un buen sitio son las galerías. La semana pasada tuvimos oportunidad de visitar una que cumplió un cuarto de siglo de vida, lo cual no es cualquier cosa en un medio tan competido.

LS / Galería, la fundó en 2000 Lourdes Sosa, a quien conocí cuando dirigía el Centro Cultural X Teresa, que fue uno de los varios centros de arte en los que colaboró y que le dieron un sólido conocimiento, que ha volcado con gran creatividad en su galería, la cual posee obra de los mejores artistas plásticos de nuestro país: Rufino Tamayo, Pedro Coronel, Arnaldo Coen, Rodolfo Nieto, Francisco Toledo, Rafael Coronel, Juan Soriano, Carlos Mérida, Gunther Gerzso y Ricardo Martínez. Asimismo, tiene propuestas contemporáneas como Patricia Torres, Jesús Lugo, Laura Rosete y Jorge Marín, entre otros.

También tienen otra galería dentro del Hotel Four Seasons de la Ciudad de México, y la creativa Lourdes lleva varios años presentando un programa de exposiciones extramuros, por medio del cual lleva el arte a lugares donde comúnmente no puede ser encontrado, como centros comerciales, aeropuertos y lugares por el éstilo. Explica que “la idea es romper la brecha entre el arte y el espectador.”

La galería matriz ocupa una luminosa casita antigua medio afrancesada en la colonia Polanco (Ibsen 32), que en realidad no es pequeña, porque tiene cuatro pisos, que tuvimos oportunidad de recorrer en el festejo que organizó por los 25 años de vida de ese sitio que custodia belleza e historia del arte mexicano.

Esta casa, que conserva su aire de los años 70, es de las que se ha salvado de la voracidad comercial, causante de la destrucción de magníficas construcciones y de la alteración, a veces brutal, de la imagen urbana.

Alguna vez escribimos que la colonia se creó en la década de los 40 del siglo XX y que, entre otras cosas, se caracterizó por una peculiar arquitectura llamada por algunos “colonial californiana” y por otros, neobarroca. El resultado son unas mansiones ornamentadas con adornos de cantera abigarradamente labrada, herrería, techos de teja y adornos de azulejos, considerados por muchos aberraciones arquitectónicas. Sin embargo, al paso del tiempo se han ganado su lugar como sello de identidad del añejo barrio, representativo de una época de México; están protegidas por el INBA y no se pueden destruir. Esto no las salva de que para tener más espacio para rentar a distintos comercios, las “envuelven” con unos muros de vidrios y ocupan lo que eran los jardines.

Hemos comentado la belleza de sus parques, amplias avenidas y las banquetas jardinadas. Es, sin duda, un modelo de urbanismo, lo que, aunado a su excelente ubicación, la ha convertido en un lugar de moda donde las viejas casonas se han convertido en restaurantes, boutiques y pequeños hoteles exclusivos.

Desde hace varios años el tránsito y la carencia de estacionamientos se ha tornado en uno de los problemas más severos de la colonia, a lo que se suma el impresionante desarrollo inmobiliario que se está llevando a cabo a un lado, donde fue la zona fabril y que ahora se explota como el Nuevo Polanco. Sin ninguna restricción, se construyen infinidad de altas torres con departamentos y oficinas, y ya hay un complejo comercial con dos museos y tiendas departamentales, y viene más.

Sin embargo, no se construye ninguna vía nueva ni drenaje ni servicio alguno; ni pensar en un parque. Cuando esté concluido, seguramente viviremos en los coches porque pasaremos horas en ellos, sin posibilidad alguna de avanzar.

Y ahora, las autoridades han tenido la gran idea de levantar parte del pavimento de Polanco con enormes trascavos para hacer jardineras en las esquinas, ampliar las banquetas y hacer rampas monumentales y guarniciones enormes. Obras a todas luces costosas e inútiles que seguro van a complicar más el tráfico.

Como en el resto de la ciudad, buena parte de las calles tienen baches, las banquetas deterioradas, la mayoría perdieron hace mucho las placas con el nombre, y no hablamos de los problemas que padecen las colonias populares de la delegación. Inevitable, preguntarse ¿cuáles son las prioridades de nuestros gobernantes?

Para consolarnos de la irracionalidad, vamos al restaurante El Bajío, en Alejandro Dumas 7, a tomarnos un sustancioso mole de olla para estos fríos. De inicio, para acompañar el tequilita, un guacamole con chapulines y unas gordas infladas.