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Cervantino 2025
La OCBA acompañó la potencia creativa de cinco compositoras de AL

En sus piezas, Melissa Vargas, Paulina Monteón, Estrella Cabildo, Sonia Rodríguez y Cecilia Pereyra abordaron la migración

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▲ Compositoras y orquesta llenaron el domingo pasado el escenario del Teatro Principal de ecos de memoria colectiva.Foto Abraham Goldsmit Karakowsky / FIC
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Periódico La Jornada
Martes 21 de octubre de 2025, p. 5

Guanajuato, Gto., Cinco compositoras y una fuerza sonora compartida iluminaron el Teatro Principal el domingo pasado en el Festival Internacional Cervantino (FIC), en una velada que destacó la potencia de la creación femenina.

La Orquesta de Cámara de Bellas Artes (OCBA), dirigida por Luis Manuel Sánchez, estrenó cinco obras comisionadas a Melissa Vargas (Sogamoso, Colombia, 1980), Paulina Monteón (Ciudad de México, 1995), Estrella Cabildo (San Rafael, Veracruz, 1995), Sonia Rodríguez (Guanajuato, 1998) y Cecilia Pereyra (Buenos Aires, Argentina, 1977).

Las composiciones abordaron el tema de la migración como materia sonora, convirtiéndose en metáforas y ecos de la memoria colectiva.

El programa, impulsado por la Coordinación Nacional de Música y Ópera en colaboración con el FIC, no fue sólo un ejercicio estético: la orquesta tendió un puente entre continentes y generaciones, y las notas reclamaron un espacio para las voces femeninas que hoy rescriben el mapa musical de América Latina.

La premisa “mujeres proponiendo mujeres” se materializó con claridad y llenó el escenario.

Desde los primeros compases, el público permaneció en tensión; las respiraciones se percibían contenidas. La emoción se reflejaba en los gestos. Los aplausos reconocían tanto la destreza técnica de los intérpretes como el valor de visibilizar las voces de compositoras en un repertorio inédito.

Paulina Monteón abrió la noche con A medio camino…, una elegía sobre trayectos truncados y deseos incumplidos.

Las cuerdas construyeron melodías suspendidas, que reflejaron el tránsito inconcluso y la memoria de quienes no alcanzan su destino. La tensión de la obra se percibió en la emoción silenciosa de los asistentes, conscientes de que la historia humana resonaba en las notas.

Estrella Cabildo trajo Citlalhumi (estrella del cangrejo azul), que enlazó lo marino con lo celeste y lo terrestre con lo imaginario. La pieza reflejó el viaje de esta criatura y resonó como metáfora del desplazamiento humano: fragilidad, persistencia y búsqueda.

Las cuerdas avanzaban con ritmo obstinado y el piano marcaba notas firmes, mientras la música sugería la fragilidad y la fuerza, el fluir del agua y la claridad de la luz.

Melissa Vargas propuso Toda llegada es transitoria, creación de silencios y contrastes que tradujo la experiencia migratoria en Colombia en arquitectura sonora.

Las pausas se transformaron en espacios de escucha y reflexión, que reflejaban la selva del Darién y el tránsito de quienes cruzan fronteras invisibles. Los bloques abruptos de sonido y los ecos lejanos actuaron como llamadas, recordatorio de los desafíos y pérdidas que acompañan los desplazamientos.

Cecilia Pereyra interpretó Desplazados, que reflejó su exploración tímbrica y el contraste de registros, con texturas complejas que transportan al oyente al interior de la odisea de quienes se desplazan.

La composición conduce a la ilusión inicial del viaje hacia un lugar nuevo, percibido como lleno de oportunidades, y al mismo tiempo a la frustración de que la experiencia muchas veces no coincide con las expectativas, como sucede en los recorridos de migrantes de América Latina hacia Estados Unidos o Europa.El cierre estuvo a cargo de Sonia Rodríguez con Etérea: Yoltéotl, invocación que exploró la migración desde lo íntimo y lo espiritual.

El recorrido sonoro avanzó del caos a la claridad, con texturas flotantes en el aire y un final luminoso que dejó a los asistentes en un instante suspendido, entre lo humano y lo sagrado. Creó un diálogo con conceptos mexicas y científicos, donde el movimiento, el corazón divinizado y lo intangible se integraron en una experiencia de reconocimiento colectivo.

Luis Manuel Sánchez dirigió la orquesta con precisión y entrega, y valoró las historias musicales con sensibilidad y respeto por la visión de las compositoras. La OCBA, con más de seis décadas de trayectoria, reafirmó su papel como espacio de innovación y de diálogo con la música contemporánea.

Tras el concierto, las autoras compartieron abrazos y miradas emocionadas. En la platea, los ecos de la música permanecieron en las paredes doradas del teatro, y el ambiente reflejó la intensidad y presencia compartida entre intérpretes y asistentes.