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Complace Void en su presentación en CDMX

La inventiva del coreógrafo belga Wim Vandekeybus se presentará el viernes en San Luis Potosí

 
Periódico La Jornada
Miércoles 1º de octubre de 2025, p. 4

En Void seis personajes variopintos buscan, a veces desesperadamente, su identidad y lugar en el mundo. Void, o vacío en español, es la obra con la que la compañía Última vez, del belga Wim Vandekeybus, vuelve a México como parte de una gira que les llevó primero a ofrecer dos presentaciones en el Teatro del Bosque Julio Castillo, antes de viajar a San Luis Potosí para inaugurar este viernes el Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López, en el Teatro de la Paz.

Cuando Vandekeybus (1963) comenzó a crear Void en mayo de 2024 no sólo abrazó el vacío, sino lo buscó, se lee en su página web. Es decir, se trató de un nuevo comienzo en su carrera dancística y coreográfica, en el que tomó el simple vacío como el punto de partida para llegar a una nueva forma de conciencia. En la obra, Vandekeybus no sólo busca sentir la existencia misma, la vida, de manera diferente, sino apunta a crear una nueva manera de evaluar la actuación: mirarla de modo diferente, con una simplicidad completa.

El lunes pasado, ante un teatro lleno, media docena de bailarines, procedentes de diferentes partes del mundo (Italia, Bélgica, Hong Kong, Alemania, Suecia y Francia) se encargaron de llevar al escenario el pensamiento de Vandekeybus para el beneplácito del público, con una mezcla de humor, sensualidad, incluso erotismo, y agresividad.

Void sucede –no hay otra manera de decirlo– a lo largo de 90 minutos con un ritmo vertiginoso que no cae en ningún momento ni se repite en lo que a situaciones o movimientos se refiere. La inventiva del coreógrafo no tiene límites, como bien ha demostrado a lo largo de casi cuatro décadas. En 1987 dio a conocer su primera obra What The Body Does Not Remember (Lo que el cuerpo no recuerda), que ganó el codiciado Premio Bessie en Nueva York el año de su estreno. La pieza, por cierto, se volverá a montar el año entrante en París.

Los bailarines –cuatro mujeres y dos hombres– no se limitan a jugar con las emociones y sentimientos de cada uno, sino también con los del público. En cierto momento una de las bailarinas se acerca a personas sentadas al frente, pero en uno de los costados, para sentir el latido de su corazón, armada con una especie de tubo. Algo sucede y regresa al escenario para tomar lo que aparenta ser un cuchillo, sin embargo, es detenida por otro bailarín.

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▲ Los bailarines que participan en Void no sólo juegan con sus emociones y sentimientos, sino también con los del público.Foto Cristina Rodríguez y Secretaría de Cultura

El cambio de estados emotivos es una constante en la obra. Void cuenta con música del belga Arthur Brouns, pero dada su cercanía al teatro, los bailarines también hacen pronunciamientos: “Hola, ¿hay alguien allí? Mis padres me tienen encerrada. Odio mi casa, también a mi estúpida familia. Quiero ser alguien en la vida, no como mis padres. Ya déjenme salir de aquí. ¿Por qué eso siempre me pasa a mi?”

En otro monólogo se aborda la “decisión egoísta” de cambiar el rumbo de la vida, en la medida que “extrañaba mi antiguo ser. Ya no me reconocía. Cuánto extraño correr desnudo y echar un clavado en un lago en busca de mi ser de antes”.

Telas enormes, cajas de cartón, platos que ruedan y sorprendentemente regresan a su lugar de origen, globos rojos, cualquier accesorio es bueno para desatar la creatividad de Vandekeybus y mantener la atención de los espectadores. Todo esto sucede en una escenografía minimalista diseñada por el propio coreógrafo.

Los movimientos escénicos varían entre acciones de una persona, dos o más. Sólo en contadas ocasiones el ensamble baila de una manera uniforme. En uno de esos momentos la música de Brouns, que suele mezclar elementos orquestales y electrónicos, recrea un ambiente de salón de baile con guiños a Satin Doll, de Duke Ellington.

Vandekeybus, aparte de coreógrafo, también es cineasta. Como tal, escribió y dirigió Galloping Minds (2015), además ha realizado adaptaciones cinematográficas de algunas de sus obras, como Blush (2005). Este gusto por el séptimo arte está patente en el ritmo de su danza.

Su obra suele girar en torno al “conflicto irreconciliable entre cuerpo y mente, sentimiento e intelecto, hombre y mujer, naturaleza y cultura, hombre y animal, grupo e individuo, ilusión y realidad”, se lee en el sitio web de su compañía. También le interesa cómo el hombre responde a situaciones extremas, de allí que le da especial importancia a lo que llama “el momento de la catástrofe”.

Los aplausos no se hicieron esperar al término de la función en el Teatro del Bosque Julio Castillo.