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La vigencia de Arturo Gámiz
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l 23 de septiembre se cumplieron 60 años del asalto al cuartel de Madera en Chihuahua, acción realizada por el Grupo Popular Guerrillero (GPG), encabezado por Arturo Gámiz y Pablo Gómez. En torno a este aniversario se realizaron algunos eventos conmemorativos, principalmente en el ámbito académico, y aunque éstos sirven para que la memoria perdure, han tenido la limitación de abordar el tema de una forma anecdótica, desligada de la reflexión sobre el presente. Para sobrepasar el límite de lo protocolario y lo simplemente evocativo, es menester preguntarnos por la vigencia de las ideas que impulsaron al GPG a la acción armada.

Afortunadamente, en las últimas dos décadas, una serie de investigaciones históricas han demostrado que el GPG tenía un profundo vínculo con campesinos sin tierra que se enfrentaban al despojo de los nuevos latifundistas surgidos luego de la Revolución Mexicana, así como con normalistas rurales del norte del país y otros sectores de trabajadores. Esto comprueba que el asalto al cuartel de Madera no fue la acción de un grupo político aislado de las masas, sino la respuesta al recrudecimiento de la persecución contra los organizadores y campesinos que, antes de la lucha armada, ya habían recorrido los caminos legales y la toma pacífica de tierras. El asalto al cuartel de Madera fue, en parte, expresión de un alto nivel de organización y conciencia política, pero fue más que eso.

Aunque Arturo Gámiz estaba influenciado por la revolución cubana y la Segunda Declaración de La Habana, no es correcto pensar que el asalto al cuartel de Madera fue una reproducción esquemática del asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Basta leer las resoluciones del Segundo Encuentro de la Sierra Heraclio Bernal para darse cuenta de la asimilación de la ideología marxista-leninista de Arturo Gámiz, quien fue el principal redactor de este documento. Reconocer la teoría marxista como sustento ideológico de Gámiz permite reflexionar de forma más compleja sobre la vigencia de su pensamiento.

El asalto al cuartel de Madera fue la respuesta a la persecución que padecían los revolucionarios que, junto a los campesinos, se enfrentaron con los caciques y latifundistas, pero también fue una expresión de la lucha por el socialismo. Preguntarnos sobre la vigencia de las ideas de Arturo Gámiz implica detenernos a reflexionar sobre la vigencia del socialismo y las rutas para llegar a él. La respuesta a esta primera cuestión puede ser hoy más compleja que hace 60 años, pues ya han pasado 35 años del triunfo de la contrarrevolución en la URSS, y el capitalismo oculta los logros del socialismo al difundir la mentira de que éste significa pobreza. Tanto los gobiernos que ejercen agresivas políticas neoliberales como los gobiernos progresistas que afirman la posibilidad de “humanizar” el capitalismo buscan negar la vigencia del socialismo.

En las mencionadas resoluciones, la declaración de lucha por el socialismo no es una idea romántica, sino una convicción basada en el análisis de la realidad por medio de una serie de categorías teóricas que evocan al leninismo. Tal es el ejemplo de la primera resolución, dedicada al imperialismo. En este texto, el imperialismo es considerado por Gámiz como la fase superior del capitalismo, cuyo rasgo distintivo es que los monopolios dominan la economía. Esto no es una obviedad, sino el camino hacia la crítica del Estado mexicano, pues Gámiz enuncia la existencia de monopolios en México, algunos de ellos surgidos al amparo del capitalismo de Estado. Ante este hecho, Gámiz pregunta si la mera estatización de las empresas en los marcos del capitalismo ha beneficiado al pueblo; su respuesta es que no.

Para Gámiz, en la época del imperialismo, el enemigo de los trabajadores no era sólo el imperialismo estadunidense, sino también la burguesía mexicana, ya inserta en la dinámica imperialista, pues esa llamada “burguesía nacional” estaba impedida de resolver los grandes problemas que enfrentaban los trabajadores y campesinos en México, y tampoco era un baluarte de la defensa de la soberanía nacional. De ahí que el horizonte estratégico en la época del imperialismo fuera la lucha por el socialismo.

En la quinta resolución, Gámiz afirma que hay dos propuestas de cómo arribar al socialismo: una implica el avance pacífico, y la otra, la vía revolucionaria. Al respecto reflexiona: “La revolución sigue siendo una ley universal; es una burda mentira que haya ‘caminos nacionales’ propios y distintos para cada pueblo”. Es decir, afirma que la confrontación armada con el Estado burgués es algo ineludible en el paso al socialismo. ¿Es vigente esta idea de Gámiz? Para responder, habría que ver si funcionaron las llamadas vías nacionales al socialismo. Frente a la reflexión concienzuda de Gámiz, que apenas hemos esbozado, hay quienes simplonamente concluyen que la fallida toma del cuartel de Madera invalida la vía que adoptó el GPG.

Preguntarnos sobre la vigencia de estas y otras ideas de Gámiz en los marcos del siglo XXI puede parecer intempestivo o hasta inadmisible, pero una situación similar enfrentó él en su momento. En la década de los 60 había quienes negaban que existieran condiciones para una revolución, y el gobierno mexicano se presentaba como ejemplo de prosperidad, al grado de que el llamado “milagro mexicano” suponía la bonanza del país y la mejora de vida de los trabajadores. Ante la propaganda gubernamental, Gámiz escribió: “Como parte de su política de dominación, [hacen] concesiones reales con el objeto de afianzar las cadenas de la opresión, mediatizar vastos sectores e impedir el estallido revolucionario del pueblo”.

¿Qué tan parecida es la situación de México hoy? Quienes consideran que sigue existiendo un gobierno capitalista en los marcos del imperialismo deberán preguntarse: ¿Gámiz estaría conforme con el gobierno actual? De la respuesta a esta pregunta cada lector podrá afirmar qué tan vigente es el programa político de quienes asaltaron el cuartel de Madera el 23 de septiembre de 1965.

*ENAH