El cineasta chileno recrea, en El cautivo, los cinco años que el autor de El Quijote pasó preso en Argel
Jueves 11 de septiembre de 2025, p. 8
Madrid. Mañana llega a los cines El cautivo, la nueva película de Alejandro Amenábar en la que el director recrea los cinco años que Miguel de Cervantes, celebérrimo autor de El Quijote, pasó preso en Argel. Un periodo esencial para entender “a la persona y al artista”, y durante el que Cervantes “se forja como ser humano y como contador de historias” y en el que Amenábar explora la hipótesis de su posible homosexualidad a través de la compleja relación que el joven reo, interpretado por Julio Peña, establece con su captor, Hasan el Bajá, el señor de Argel al que da vida el italiano Alessandro Borghi.
Un filme que busca entender “el carisma y la intimidad” de alguien “que va a acabar escribiendo la novela más importante de todos los tiempos” y que, tal y como ha apuntado el cineasta en varias ocasiones, puede servir como “termómetro” para medir el grado de homofobia en la España actual. Aunque el resultado que pueda arrojar ese barómetro no le preocupa en absoluto porque, asegura Amenábar en entrevista concedida a Europa Press, “cuando uno hace una película se tiene que lanzar al ruedo... y que venga lo que tenga que venir”.
“Las películas hay que hacerlas con prudencia, con sentido de la responsabilidad, y más si realizas una cinta histórica”, reflexiona el ganador del Oscar por Mar adentro que señala que en El cautivo, como en todos sus trabajos anteriores, ha intentado establecer “una conexión con el público por la vía emocional para conseguir que la gente mueva el culo de casa y vaya al cine” a la vez que busca “hacer reflexionar” con un relato sobre el más grande novelista de todos los tiempos trazado, insiste, siempre desde “el respeto”.

Así, el director de Los otros, Ágora y Mientras dure la guerra explica que de la misma manera que “en 30 años no se ha sentido llamado a hacer ninguna película sobre el colectivo gay al que, obviamente, pertenezco”, ni tampoco “una cinta activista”, le parecía “ridículo tener que esquinar y esconder” la tesis sobre la homosexualidad de Cervantes que además estaba planteada en todos los libros de historia que caían en mis manos.
Julio Peña lamenta que “sigamos con una mentalidad igual que hace 400 años, o peor, sobre este tema y recuerda que, en una primera versión del guion, Amenábar tocaba la sexualidad de Cervantes “de forma más ligera puede que para no meterse en ese berenjenal” y me acuerdo el día que me dijo: 'Esto lo tenemos que hacer así', y a mí me escandalizó bastante.