Viernes 5 de septiembre de 2025, p. 17
Pedro Aspe Armella, economista por el ITAM, secretario de Hacienda en el gobierno del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, aseguraba en 1993 que la pobreza era “un mito genial”. Eran los años en que, según el gobierno de entonces, México acariciaba los cielos del primer mundo y que ese centro educativo se convertía en cantera de los especialistas que desde distintas dependencias del gobierno federal, la banca de desarrollo y el Banco de México imponían la política económica –y el discurso– que dominó en el país por casi cuatro décadas.
El ITAM fue fundado en 1946 por el empresario Raúl Baillères, fundador de un grupo que hoy tiene intereses en los servicios financieros, el comercio y la minería.
Participante en la fundación de bancos (en 1932 fue parte de la formación del antiguo Bancomer, hoy BBVA), Baillères mostró su desacuerdo con la política nacionalista del presidente Lázaro Cárdenas (1936-1940) por su creciente participación en la economía, como menciona la profesora María Eugenia Romero Sotelo en Los origenes del neoliberalismo en México (FCE, 2016).
“Con la creación del ITAM, Baillères generó un proyecto alternativo de nación: ‘Vamos a preparar muchachos para que dentro de treinta o cuarenta años puedan hacer la transformación de un país estatista a un país liberal capitalista’”, cita al empresario la profesora Romero Sotelo.
A decir verdad, añade la académica, “lo logró, pues no se puede negar que los suyos tomaron el poder”.