ésima consejera es la desesperación, recurso al que cada vez más recurre una oposición carente de proyecto que cree encontrar en la violencia, el ataque, la difamación y la traición la herramienta para obtener aquello que la alimenta: el poder, pero no para servir, sino para, como hicieron durante demasiado tiempo, servirse de él.
Son los mismos que cantan dientes para afuera la frase “no polaricen”, mientras construyen narrativas difamatorias que se valen de las emociones para, sobre mentiras, provocar repudio, asco y odio.
Se llaman patriotas y piden a organizaciones extranjeras que intervengan en México. Se llaman demócratas, pero pisotean la voluntad popular depositada en urnas porque no les conviene.
“Morena ya se agandalló todo, controla el Poder Judicial, el Legislativo y quisieran controlar a los ciudadanos”, declaró Xóchitl Gálvez a una reportera el domingo pasado durante una marcha agorera más organizada por una oposición fragmentada y que, en desesperación, genera desesperanza.
Acusar de agandalle al cumplimiento constitucional de que todo poder dimane del pueblo no los hará ganar votos ni simpatías, al contrario. Falta de sentido común, carencia de valor civil, reflexión nula y absoluto desconocimiento del país refleja esa cantaleta opositora con la que se lamentan que la Cuarta Transformación cuenta con mayoría en el Congreso, por lo tanto, que sus iniciativas pasan.
Si el acomodo legislativo es así, se debe a la derrota del PAN, PRI y –en paz descanse– PRD, que es resultado de los auténticos agandalles que ellos sí realizaron en el pasado, a lo que se suma su incapacidad para construir un proyecto opositor con el que los ciudadanos se identifiquen. Su única convocatoria es el odio; no generan simpatía, sino el repudio que intentan repartir. Hoy acusan a los demás de lo que siempre han sido. El cinismo es abismal.
El Poder Judicial cuenta a partir de antier con representantes elegidos por el pueblo. La oposición lo llama fraude sin reconocer que es mandato popular. Un compromiso de la presidenta Claudia Sheinbaum en campaña fue democratizar al sistema de impartición de justicia en México. Si se promulgó una reforma judicial y jueces ministros y magistrados fueron elegidos popularmente, es por decisión de las y los mexicanos que votaron mayoritariamente en 2024 para continuar con el proceso de transformación que vive el país.
Los perpetradores de las matanzas de Tlatelolco y del Halconazo, los mismos que ocasionaron la guerra sucia con la que miles fueron torturados, asesinados y desaparecidos, aquellos cuyas manos están manchadas de la sangre de las víctimas de Aguas Blancas y Acteal. Ellos, los constructores del Fobaproa, que con dinero público rescató a privados y dejó en la indefensión a miles de familias víctimas de una crisis económica resultante del agandalle, hoy sin memoria, mientras creen que el pueblo es tonto, se autodenominan paladines de las libertades y los derechos, mientras acusan al primer gobierno no represor en los últimos 100 años de los crímenes que ellos cometieron y –seguro– volverían a cometer en caso de regresar al poder.
Políticos en desesperación generan desesperanza, como sucedió la semana pasada cuando Alejandro Moreno, Alito, dirigente del PRI reelecto a pesar de que lo ha perdido casi todo, y de que uno de los principios fundacionales de su partido es la no relección, golpeó acompañado de al menos tres secuaces al entonces presidente de la mesa directiva del Senado, Gerardo Fernández Noroña, y a un colaborador suyo, Emiliano González, a quienes amenazaron de muerte, para después victimizarse y acusar violencia y amenazas en su contra.
Al día siguiente, y en otra muestra de desesperación, Alito reunió con engaños a un grupo de personas para con ellas realizar el montaje de una movilización a favor suyo. Íntima resultó esa reunión de priístas que convocaron principalmente del estado de México y que no sabían ni para qué estaban ahí. Algunos peatones extrañados, al ver el cierre de calles y las cámaras con tomas cerradas enfocando al pequeño grupo de personas, pero sobre todo a los dinosaurios que gruñían y mostraban pectorales, creyeron que se trataba de una grabación más de la nueva película de Godzilla en avenida Reforma.
¿Seguirá la oposición lanzando acusaciones falsas a las cámaras –porque no tiene pruebas para hacerlo ante las autoridades–?, ¿mintiendo hasta el absurdo?, ¿descalificando políticas y acciones que benefician a las personas? ¿O se convertirá en aquella oposición que toda democracia requiere?
Parece complicado que surja de aquellos a los que el pueblo convirtió en oposición en las urnas y no tanto que salga de quienes sí cuentan con el aval ciudadano.