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Bajo la lupa

Putin viaja a la ciudad cerrada nuclear de Sarov después del ominoso mensaje críptico de Trump

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▲ El presidente ruso estuvo en la cuna de las armas nucleares de su país, donde sostuvo un encuentro con Gleb Nikitin, gobernador de Nizhny Novgorod.Foto Afp
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i sólo se evalúan las fachadas de la cumbre histórica de Alaska, sin sus subsecuentes movimientos en el tablero de ajedrez mundial, se pudiera enaltecer la “restauración impensable” de la relación de Estados Unidos y Rusia con cooperación en el Ártico y Bering.

Sin embargo, existen ominosas jugadas tras bambalinas de ambas partes. Que conste que he sido, sin ser ingenuo, optimista empedernido porque una guerra nuclear significaría el fin de todas las especies vivientes de la biosfera –con excepción de las cucarachas, lo cual desmentiría la teoría de la evolución de las especies de Darwin–.

En medio de los comentarios casi apocalípticos de Scott Ritter, cotizado ex marine y consultor nuclear de EU, manifesté la existencia de “4 ventanas de oportunidad para la Perezagruzka (reactivación) de las relaciones de EU y Rusia (http://bit.ly/4lJIpcz; http://bit.ly/45SHfWd; http://bit.ly/3HP20Kl y http://bit.ly/4fRqpeP). Se empiezan a filtrar en forma gradual los acuerdos publicables de Alaska, cuando los otros “secretos” se irán deduciendo conforme a la conducta de las dos máximas superpotencias nucleares del planeta.

Putin acaba de asentar que “Rusia discute cooperación con EU sobre el Ártico (¡mega-sic!) y Alaska” cuando “la zona ártica cuenta con grandes reservas de recursos minerales y Rusia posee tecnologías únicas que atraen a socios extranjeros (http://bit.ly/45xop8g)”. El enfoque de Putin es más plural e incluye a EU y, obviamente, a China, que se autodefine como un país “casi (sic) del Ártico (http://bit.ly/4m1yfUZ)”. “Estamos discutiendo con nuestros socios europeos, asiáticos y, también, con los estadunidenses (sic), la posibilidad de colaborar en este ámbito, no sólo en nuestra (sic) zona ártica, sino también en Alaska”.

El portal letonio rusófobo Meduza ((http://bit.ly/41WJ7vM) enuncia el simbolismo geopolítico de la visita de Vladimir Putin a Sarov, después del ominoso comentario críptico de Trump en Truth Social: “Es muy difícil, sino imposible, ganar una guerra sin atacar a los invasores del país. Es lo que sucede con Ucrania y Rusia (http://bit.ly/4lGFfGw)”. Un día después, Putin abordó sutilmente en Sarov, Día de la Bandera en Rusia, el ominoso mensaje críptico de Trump (Advertencia Nuclear de Rusia: Putin visita Sarov después de que Trump insinuara un ataque a Rusia (http://bit.ly/3JsgmRz)”.

La réplica de Putin provino de la cuna de las armas nucleares rusas: en la ciudad cerrada de Sarov (http://bit.ly/3JvNBTU) ¡Mayor mensaje impactante no se pudo haber dado! Vale la pena transcribir parte de su respuesta al críptico posteo de Trump: “Estoy seguro que las cualidades del liderazgo de Trump ayudarían a restaurar las relaciones de sus recientes más bajos niveles con EU desde el final de la Segunda Guerra Mundial”, pero con el advenimiento de Trump “existe una luz al final del túnel”.

Prosigue Putin: “Recientemente tuvimos una muy buena reunión sustantiva y franca en Alaska, los contactos persisten al nivel de nuestros ministerios, agencias (¡mega-sic!) y empresas. Cuento mucho en los primeros pasos tomados como solamente un inicio hacia la restauración plena de nuestras relaciones. Esto no depende de nosotros, depende principalmente de nuestros asociados occidentales en el más amplio sentido de la palabra ya que EU está también vinculado a algunas obligaciones (sic) a través de sus múltiples asociaciones incluyendo el bloque noratlántico. Por consecuente, los siguientes pasos dependen del liderazgo de EU; sin embargo, confío en que las cualidades de liderazgo del presidente Trump son buenas garantías de que las relaciones se recuperarán”.

El portal APT (http://bit.ly/4fSNqOz) expone que la herencia nuclear de Rusia sigue siendo “central a su postura estratégica” y cualquier mal cálculo puede tener graves consecuencias. Desde la Segunda Guerra Mundial, Moscú ha caído en todas las trampas que le ha tendido la anglósfera. Esta vez, Putin no está dispuesto a sucumbir de nuevo, como sus antecesores megacándidos Gorbachov y Yeltsin.Hay luz al final del túnel, pero todavía el túnel es largo por recorrer.

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