l 29 de julio de 2025 el Departamento de Energía de Estados Unidos (EU) publicó un reporte titulado Una revisión críticade los impactos de las emisiones de gases de efecto invernadero en el clima de EEUU (https://bit.ly/3HFKKXX), en el cual se presenta una serie de argumentos que buscan cambiar la narrativa sobre el cambio climático (CC) y sus consecuencias en la humanidad.
La mayor conclusión del reporte es que si bien el CC existe, no es el principal problema que tiene la humanidad. La forma en que se escribe el reporte tiene la intención de generar duda sobre los efectos del CO2 y su validez como contaminante, y propone que a partir del inicio de la actividad industrial el mundo ha sufrido un “reverdecimiento” importante como consecuencia de mayor “comida para plantas”. Argumenta también que el uso de combustibles fósiles ha permitido el florecimiento de los humanos y ha mejorado el nivel y calidad de vida.
El reporte se da en un contexto donde EU ha revertido, o se encuentra en proceso de hacerlo, una serie de políticas ambientales que se consideraban centrales en sus “luchas contra el cambio climático”, así como en las políticas globales que diversas organizaciones (ONG) exportaron a muchos países del mundo. Una de las políticas más relevantes es la llamada Endangerment Finding, que es la base a través de la cual la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) regula las emisiones de CO2 en el aire, al encontrar una causal directa entre dichas emisiones y el deterioro de la salud y bienestar público. El 29 de julio la EPA presentó su proyecto para revertir dichas políticas.
Esta postura no es ninguna sorpresa: el secretario de Energía de EU, recientemente llamó al cambio climático un subproducto del progreso, no una crisis existencial, y aunque en el discurso, podría parecer un rompimiento total con las políticas de los demócratas, la realidad es que son la continuación del proyecto imperialista estadunidense, que tiene como base el dominio energético, que consiste en simultáneamente destruir la base energética de los países y consolidar la industria petrolera de EU. No es casualidad que las grandes petroleras que intentaron abandonar su negocio principal y transitar a las intermitentes fueron todas europeas, lo que les ocasionó severas pérdidas y las puso en una situación de desventaja ante las petroleras de EU, que ahora controlan los grandes yacimientos en América Latina (Guyana, Argentina) y son las únicas que pueden comercializar con Venezuela (nación con las mayores reservas del mundo).
Contrario a la imagen que han proyectado los demócratas (apoyados por el aparato propagandístico de ONG y medios “independientes” que eran financiados en su mayoría por la Agencia para el Desarrollo Internacional –Usaid–), durante sus gobiernos, Estados Unidos alcanzó niveles récord de producción petrolera y fue cuando la industria experimentó las mayores tazas de crecimiento de los últimos años. Obama, el gran paladín de la lucha contra el CC, recibió la producción petrolera en niveles de 5.3 mbd, con una tendencia a la baja que se observaba desde Ronald Reagan. Obama la revirtió y la aumentó 75 por ciento. Ahora, probablemente alguien podría decir: “pero EU no tiene empresas públicas, todo lo hicieron las privadas”, y técnicamente tendría razón, sin embargo, el boom petrolero en yacimientos no convencionales no hubiera sido posible sin los masivos subsidios e incentivos fiscales que el gobierno otorgó a las empresas. Durante la presidencia de Obama, la industria recibió 270 mil millones de dólares en subsidios, lo que ayudó a que pudiera ser posible su crecimiento y consolidación, de acuerdo con un reporte del Instituto Ambiental de Estocolmo (https://bit.ly/41aNH9H).
Biden también favoreció a la industria. Bajo su mandato se alcanzó el nivel más alto de producción de toda la historia, con 12.9 mbd. Fue el presidente que más permisos de exploración y producción otorgó, incluso por arriba de Trump, en su primer mandato, quien tenía el famoso eslogan “perforar, perforar”. De hecho, Trump heredó un país energéticamente independiente gracias a las políticas de los demócratas, que conjuntamente aumentaron la producción en 2.43 veces. Al mismo tiempo, mediante la exportación de políticas de la EPA (a través de ONG, think tanks y “expertos independientes”), firma de compromisos internacionales como el de París, y presión masiva a países para cerrar sus campos de producción de petróleo y gas, y sujetarse a la implementación masiva de intermitentes, los demócratas debilitaron a todas las naciones que aplicaron esas políticas. La enorme ventaja que ahora tiene Trump en materia energética no es casualidad, es resultado de un largo plan que empezó a implementarse en el gobierno de Obama.
Retomando el punto del reporte, EU está desmantelando sus políticas ambientales para dar ventaja a sus empresas sobre todas las demás, justo después de que logró dinamitar las industrias europeas (Japón y Corea hace mucho que fueron sometidas energéticamente). Lo mismo está a punto de hacer en Taiwán, ya que por medio de ONG, como Greenpeace (lobistas de la política de dominio energético), ha logrado que cierren sus reactores nucleares y volverlos dependientes energéticamente de EU. Ahora se quita la máscara, una vez que sometió a muchas naciones a políticas que ocasionaron desindustrialización, pobreza energética y estancamiento económico (ver casos de Alemania, Reino Unido, Portugal, Italia, Países Bajos, etcétera) se dispone a cambiar la “ciencia” y abandonar todo tipo de responsabilidad histórica y actual sobre el CC. Recordemos que EU es el mayor responsable histórico de las emisiones, con 20 por ciento. México resistió ese embate y contra toda la presión logró rescatar y fortalecer su sector energético, debemos seguir buscando recuperar la independencia energética que los neoliberales perdieron en 2014, la soberanía energética es la base de la soberanía nacional.
*Maestro en finanzas en el sector energético por la Universidad de Edimburgo. Especialista en temas energéticos.
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