Con nuestros pies recorrimos la miseria,
la dificultad de los caminos pedregosos,
resbalones y caídas.
Aprendimos a escuchar al manantial
y comprendimos las trayectorias subterráneas
del agua, de la vida.
Nos pusimos frente al funcionario con la cara alta,
seguras de nuestra valía y mutuo respaldo,
empuñamos la palabra y la razón
y transformamos la necesidad en digna rabia.
Gozos y fatigas
, fragmento del poema homenaje
por los 50 años del MPPCS, Liliana García, 2023
on el lema Justicia y vida digna para todas y todos
, el MPPCS celebra el miércoles 52 años de lucha por el espacio urbano, por sus derechos ciudadanos y en defensa de los manantiales en pueblos y colonias populares de Tlalpan. En 2023, con colegas de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, compartí con ellas, en la casa de cultura de San Pedro Mártir, la celebración de sus 50 años de resuelto caminar.
Muchas de ellas hoy abuelas, oriundas de Chimalcoyotl, San Andrés, San Pedro, Volcanes, San Miguel, Xicalco, Santo Tomás y con frecuencia migrantes de otras zonas de la ciudad o estados de la República.
Angelita, Tere, Virginia, María Elena, Efigenia, Irene, Juanita, Eva, Julita, Ofelia, Elvira... son algunas de las voces memoriosas que narran su experiencia rebelde, en luchas y trajines por defender el agua y otros derechos ante el imparable y desigual crecimiento urbano. Se suman dos memorias claves, las del sacerdote Jesús Ramos y la hermana Enriqueta Curiel, cariñosamente conocidos como Enri y el padre Chucho
, quienes han acompañado este movimiento desde las Comunidades Eclesiales de Base: Escuchar el clamor del pueblo
, caminar sus calles, conocer sus comunidades, a su gente, sus costumbres y problemas y de ese modo insertarse en sus luchas y aspiraciones. En una primera etapa se constituyó Campesinos Unidos
, antecedente del Movimiento.
Las mujeres acudieron al padre Chucho ya con una agenda de lucha organizada: atender las afectaciones a partir de la expropiación de tierras ejidales de San Pedro Mártir para el Colegio Militar en 1976, y de la construcción de hoteles en la calzada de Tlalpan con sus consecuentes problemas de agua; proveer alcantarillado, pavimento; dignificar la escuela, el mercado, el centro de salud, resolver el asunto del transporte, sin contar con enfrentar la presencia militar que violentaba la vida cotidiana.
Ante el entreguismo de las autoridades locales, la fuerza y el apoyo estaban dentro del pueblo mismo, con esa convicción impulsan acciones encabezadas por las mujeres. En el recuerdo de doña Felipa permanecen las palabras del general a cargo de la construcción del Colegio Militar. “¡’Ora sí díganle a su Dios que venga y los salve!, ¡que venga y hable por ustedes!” Las mujeres se organizan, recorren los terrenos buscando la línea del agua entubada de sus manantiales; denuncian ante el MP: Venimos a levantar un acta por el atentado que hacen contra nuestra vida, porque nos roban el agua y el agua es vital. Entonces, es atentar contra la vida del pueblo...
, no son escuchadas; deciden abrir y tapar ellas mismas las tuberías. Palas, picos, caídas, resbalones, caminos pedregosos y esperanzas en alto:
Vamos a levantar las tuberías..., ¡sí, las levantamos!
..., empezamos a levantar tuberías; quitábamos tubo y tapábamos, tubo y... ¡acá hay más! Y hay que quitarlo... ¡ya estaban por conectarse!... habían hecho ya el famoso tanque gemelo en San Pedro, y luego allí en seguidita el otro tanque para los hoteles..., habían levantado la tubería que les surtía el agua a los hoteles que hasta tenían jacuzzi, ¡y nosotros con la escasez que vivíamos! ¡Pus no!”
Las mujeres trabajan afanosas en la liberación del agua, no faltaron amenazas, críticas machistas, hostigamientos, las corretizas policíacas, insultos y maltratos. Sin dejar de atender casa y familia, las mujeres se las ingenian para atender trámites, solicitar atención periodística y radial, buscar aliados entre la clase política y estudiantil. De ahí la presencia masculina, atendiendo el camino que marcaban las mujeres; una lucha impregnada de amor y dignidad, elementos que sumados a la lucha reconstruyen el tejido comunitario. En la memoria de las mujeres permanece la solidaridad, el momento lúdico que ilumina la seriedad de los problemas.
A lavaar, a lavar a la fuente ornamental..., y con nuestras cubetas y nuestro jabón, y luego ir a lavar la fuente... y luego ¡a bañar niños!, ¡no hay agua, pero sí hay agua en la fuente!, órale a llevar a los niños, y los niños felices...
Las mujeres demuestran valentía y creatividad no sólo para entrar en las oficinas y llegar frente a la autoridad, logran extender sus demandas atrayendo el apoyo de líderes importantes como Heberto Castillo y Demetrio Vallejo.
La mayoría de ellas extrañan el movimiento, las reuniones, el aprendizaje, la intensa vida comunitaria animada por el ideal; se saben orgullosas sembradoras, confían en que, al haberle enseñado a los hijos contra quién deben luchar
, han sembrado una semilla de dignidad en las nuevas generaciones.
* Doctora en etnohistoria y autora de Cantar de fuego: Judith Reyes (1924-1988)
Los testimonios aquí incluidos forman parte del archivo oral sobre el MPPCS, conformado por el historiador Mario Camarena Ocampo, de la Dirección de Estudios Históricos, durante 2023.