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Crecer y redistribuir
P

arece volverse epidemia, pero de la negación al autoengaño no hay más que un paso. Y me temo que nuestros gobernantes están por darlo o de plano ya lo dieron.

Contra las minicelebraciones a que se dan los responsables de la conducción económica nacional, incluida la Presidenta de la República, el punto es que no crecemos lo mínimo suficiente y así la sociedad carente aumenta, reciba o no alguna de las prebendas o prerrogativas en que se ha focalizado la política social del gobierno.

A esta especie de carencia multitudinaria se unen obstáculos de todo tipo. Éstos van desde la volatilidad e incertidumbre del entorno, y sobre los cuales no tenemos el menor control, a la baja inversión física y productiva, pública y privada (potenciada por el nerviosismo de los capitales y las violencias cotidianas, así como por el espectro del déficit y la deuda) con el consecuente mercado laboral desigual y acentuadamente heterogéneo, poblado de informalidad y precario. Como la población no se da por enterada, sigue creciendo y dando lugar a una acumulación perniciosa de demandas y presiones sobre el Estado y su gasto público. Para no volver a mencionar la escasa capacidad estatal de responder a las necesidades y demandas de una sociedad que crece y envejece y cuyas faltantes van más allá de las ayudas monetarias directas.

Si bien se mantienen conversaciones y reuniones con los señores del capital, el punto es que no se concretan proyectos. Tuvo lugar la enésima reunión entre empresarios y representantes del sector privado con la presidenta Claudia Sheinbaum y miembros de su gabinete económico, escribe Gerardo Esquivel, “da gusto ver que la relación entre el Poder Ejecutivo y el sector privado ha mejorado y que existe un diálogo constante y fluido. Hasta ahí, todo bien. El problema, sin embargo, es que la inversión nada más no fluye.

“Curiosamente el mismo día de la reunión mencionada, el Inegi dio a conocer las cifras más recientes sobre la Formación Bruta de Capital Fijo (…) la inversión acumulada de enero a abril de 2025 fue 6.9 por ciento inferior a la acumulada en el mismo periodo de 2024”. (Gerardo Esquivel, Inversión: menos conversación, más acción, Milenio, 7/7/25).

No deberíamos resignarnos a aceptar, como si de un destino manifiesto se tratara, la inacción del gobierno en términos de impulso a la actividad económica; no abordar en serio y con rigor cuestiones primordiales en torno a reformas necesarias que nos lleven a crecer, a mejorar el aprovechamiento de nuestros recursos productivos, naturales y geográficos, a romper la inercia de los bajos e irregulares flujos de inversión y aumentar nuestra infraestructura, así como los servicios públicos. Se debe asumir la necesidad de replantear nuestra política económica para dotarla de una mirada ambiciosa y así dar los primeros pasos, indispensables para ampliar nuestro espacio fiscal.

Si se quiere consolidar la transformación del país bajo un modelo de desarrollo con bienestar, justicia social y sustentabilidad, como se asienta en el Plan Nacional de Desarrollo, conviene atender las indicaciones del Informe del Centro Espinosa Yglesias: la desigualdad de ingresos y de recursos económicos es en su mayoría una desigualdad heredada a la que se agrega “el grado de educación alcanzado por los padres, lo que sugiere (…) (que) no sólo hay una transmisión intergeneracional directa de la desigualdad de recursos económicos, sino también de uno de los factores generadores del ingreso: la educación”.

A México le urge emparejar el piso de las oportunidades, evitar que la pobreza siga enquistada en nuestro organismo social y pueda haber movilidad social. Ésta es inconcebible sin crecer, como es fundamental hacerlo para distribuir, poner en movimiento la maquinaria de la producción y el empleo y recuperar ánimos y espíritus animales, como decía Keynes, dirigidos a una redición de nuestra perdida idea del desarrollo.

Se trata de oír las otras voces, recuperar voluntad política, la mirada de largo plazo, y retomar la planeación como herramienta fundamental en la definición del tipo y alcances de las políticas necesarias. Atrevernos a emprender una nueva estrategia de desarrollo en dirección a construir un México social.

El siguiente domingo no se publicará el artículo, me sumo a quienes han podido tomar unos días de descanso