¿Es posible una teoría económica crítica? Libro de Márkus et al critica a El capital de Marx y pone en duda la viabilidad del comunismo (17ª entrega)
l supuesto de Marx (Mx), que las N intelectuales demandan bienes materiales sólo en cantidades despreciables, dicen nuestros autores [György Márkus (GM), János Kis (JK), György Bence (GB) y János Kis (JK)] se vuelve titubeante. Por un lado afirman que “Las N culturales se vuelven dependientes de gastos masivos crecientes, empezando por las N de información… Las demandas de producción crecen rápido”; lo cual ignora la brutal diferencia de requerimientos materiales de automóviles, refrigeradores, vivienda y otros bienes materiales, con la inmaterialidad del consumo de la literatura, de la música, la pintura y, sobre todo, del tiempo libre. Lo que están discutiendo es la posibilidad o no de la noción de abundancia; sostienen que aunque se multiplique un bien para que llegue a la cantidad necesaria para su satisfacción, el cambio ilimitado y la diversificación de los bienes impedirá llegar al día en que cada bien estará disponible en mayor cantidad a la requerida y además surge la necesidad de nuevos bienes; que si bien es lógicamente posible que las capacidades productivas de la sociedad se expandan más rápido que las N de los bienes producidos, concluyen que “el modelo de un sistema social alternativo no puede ser construido sobre esta posibilidad, pues podría ocurrir lo contrario. Indican que la teoría económica marxista crítica tiene un propósito más elevado: mostrar que los movimientos anticapitalistas son razonables; que la guerra de clases no concluye con la destrucción sin sentido y que el rechazo al modo CPL de producción se realiza en el propósito positivo de un sistema económico funcional y mejor. El movimiento de la clase obrera, incluso en las sociedades CPL más avanzadas no puede de forma realista proponerse una sociedad SCL con recursos ilimitados. Si sólo se propone alcanzar el estado de abundancia del T, entonces el SCL no es posible como movimiento práctico, como respuesta a las cuestiones sociales tal como son actualmente
. Rechazan, por tanto, el programa del SCL basado en la abundancia. E intentan hacer una sinopsis de dónde se encuentra su narrativa. Retoman la idea de Marx (Mx) que habían discutido antes, que el SCL es un sistema socioeconómico que separa tajantemente las relaciones naturales entre los hombres y las cosas, respecto de las relaciones entre hombre y hombre; dos tipos de relaciones que en los mecanismos reificados de la economía CPL están embrollados. El contraste entre CPL y SCL es categórico y no de grado: la reificación inevitablemente reproduce la alienación, mientras la separación de las relaciones entre los hombres y las cosas
de las relaciones de hombre a hombre
excluye la posibilidad de la alienación. Es sobre esta oposición categórica sobre la cual sostenemos, añaden, que Mx tácitamente supone el logro del estado de abundancia. Si hubiera medios suficientes para satisfacer todas las N, entonces lo único que importaría sería qué clase de bienes quieren los miembros de la sociedad y cómo es posible proveerlos sin interrupciones ni desperdicio. No habría mecanismos socioeconómicos que evitaran que la gente satisficiera sus N dada su relación directa con los productos; la organización de la producción equivaldría a una tarea técnica. Pero si esta condición no estuviera presente, entonces la relación natural entre hombres y cosas
y la relación social entre hombre y hombre
se entrecruzarían inevitablemente.
Al analizar las N sociales y la distribución del TTr total entre ramas de la Pr, así como el consumo individual, Mx describe dos procedimientos de distinto tipo irreconciliables. Cuando se trata de la contabilidad colectiva de N, Mx supone implícitamente que esta operación es independiente de la estructura cuantitativa y cualitativa de los recursos socialmente disponibles. Parte de la premisa que cualquier N conlleva un cierto tipo de límite natural. La cantidad que puede consumirse de cualquier cosa útil tiene un techo natural que limita la expansión razonable de su Pr. Los productores asociados informan a la instancia central cuantos zapatos necesitan usar. En el CPL las N sociales se traducen en demanda efectiva que no coincide con las N, por lo no son éstas las que marcan el límite, sino que éste depende del nivel absoluto y distribución del ingreso así como del precio de distribución de las mercancías (M). La misma tensión reaparece en la etapa baja del SCL. Las N de un obrero no son típicamente satisfechas hasta el nivel de saturación, puesto que el obrero sólo puede tomar una porción de bienes de consumo en proporción al TTr que ha contribuido. Igual que con la demanda efectiva, la demanda de bienes expresada en términos de certificados de Tr varía en función de los costos de Pr. Si la productividad de la industria lechera aumenta, menos certificados serán requeridos para obtener el monto usual de leche. En el sistema de distribución de acuerdo con el TTr, las N no son satisfechas directamente, de la misma manera que en el mercado donde los salarios se comparan con los precios. Mientras los recursos sean limitados, es necesario que el consumidor elija entre los diferentes bienes disponibles en los acervos centrales. La sociedad elige cuando divide sus recursos entre consumo y acumulación y cuando determina los niveles absolutos de ingresos y su distribución entre diferentes grupos de individuos. El individuo decide qué N prefiere satisfacer y la sociedad decide las N de quienes prefiere satisfacer, lo cual influye en la distribución cualitativa de N. Después de una breve digresión sobre la posibilidad de conocer la intensidad de las N de diferentes personas, nuestros autores identifican la deficiencia del criterio de distribución basado sólo en el TTr que reduce a las personas a su calidad de obreros, pues nos recuerdan que unos trabajadores son casados y otros no, y que algunos tienen más hijos que otros. Hacen notar, por tanto, la desigualdad consistente en tratar a desiguales como si fueran iguales. Exploran diversos caminos para lograr la igualdad en el consumo. Concluyen que, “a menos que supongamos la abundancia perfecta de bienes en relación con las N sociales, no podemos concebir un sistema económico que reconozca todas las N directamente y donde la relación entre el individuo y los objetos de sus N no esté mediada por procedimientos sociales de ordenación y selección. “El uso de maquinaria para el exclusivo propósito de abaratar el producto, escribe Mx, se ve limitado por la regla: debe usarse menos Tr en producir la maquinaria que el Tr desplazado por el uso de la maquinaria
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