a idea de que vivimos un mundo rijoso y hostil es socorrida por muchos, desde diferentes latitudes, enfoques e ideologías. Proponer que como especie estamos en peligro inminente, no es corrida provocadora, sino la frase obligada para iniciar algún intercambio intencionado de defensa de la civilización como la conocemos hoy, luego de tantos y tan fulgurantes traumatismos, pero también de mil y una maravillas en la ciencia, la tecnología y las capacidades productivas y reproductivas acumuladas.
Como quiera que sea, es ya lugar común proponer que el panorama global, otrora tan presuntuoso, está preñado de riesgos sin que le sobren tensiones y sí se le acumulen riesgos. Si en el futuro no llegan a perderse el interés por la historia ni el pensamiento crítico, quizá será un motivo de asombro la facilidad con la que las generaciones que ahora viven se rindieron al despotismo y la irracionalidad
, escribe Antonio Muñoz Molina en Nada más fácil
( El País, 28/6/25).
Por ello, nunca está de más, mucho menos en temporadas de huracanes, incertidumbres y miedos, que el pensamiento crítico esté presente, vigente, para recordar(nos) y para exigir(nos), mesura y prudencia para evitar adentrarnos y perdernos en la oscuridad de los tiempos
. Menciono lo anterior porque recientemente Leonardo Lomelí, rector de nuestra universidad nacional, estuvo en el Instituto Max Planck, prestigioso centro académico del que han salido varios premios Nobel y se ha distinguido por ser campo de cultivo de uno de los pensamientos críticos e históricos más influyente del siglo XX.
Los nombres de Horkheimer, Adorno, Marcuse, Benjamin, Neumann, Pollock, Habermas y Streeck entre otros más, forman parte de una pléyade portentosa de pensadores y pensamientos que bastarían para celebrar el hecho de que nuestra universidad nacional y su rector se sienten a la mesa y propongan, como tarea urgente de nuestro tiempo global, la defensa de la libertad y el pensamiento crítico, el respeto irrestricto a las diversas expresiones y el compromiso con las pluralidades.
En Alemania, en Frankfurt donde radica el instituto, el rector Lomelí señaló la importancia de la autonomía universitaria, conquista de varias generaciones y defendida por más, que debe ser ejercida con responsabilidad y refrendada permanentemente. En su conferencia, el rector de nuestra universidad, abordó en torno a la autonomía, su valor y la necesidad de defender una libertad que nos obliga y compromete a ser mejores con nuestras comunidades. Destacó el papel de la educación y de las universidades como cemento de las comunidades, no sólo en ámbitos de conocimiento sino como espacios de creatividad, crítica y debate.
En la actualidad, afirmó, el asedio a las instituciones académicas se da, lo mismo desde viejos adversarios de la pluralidad del conocimiento como lo son el extremismo religioso, el nacionalismo y la xenofobia, que desde la reaparición de regímenes autoritarios que a fines del siglo XX se consideraban superados en la mayor parte del mundo, pero también desde una variante extrema del neoliberalismo que cuestiona la utilidad de la educación pública y de las políticas basadas en evidencia científica y que ve en la democracia un obstáculo para el ejercicio pleno de la libertad económica
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Por todo lo anterior, agregó, me parece importante reflexionar sobre el significado de la autonomía universitaria en nuestro tiempo, sobre la importancia de las libertades académicas en un contexto de polarización política e ideológica como el que vivimos, y su contribución como pilares de la resiliencia democrática en momentos en los que se observan a nivel mundial regresiones autoritarias y asedios a las instituciones democráticas desde distintos frentes. La responsabilidad social de las universidades se acrecienta frente a la desinformación imperante en muchos países y el cuestionamiento al conocimiento científico incluso en los países más desarrollados
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Necesario y útil recordatorio del riesgo de quedarse atrapado, por interés o bajezas, a unanimidades y adhesiones; y la urgencia de tener como guía el pensamiento crítico y la autonomía como forma, norma de vida democrática sabiendo que somos parte de una sociedad de iguales y diferentes, un entendimiento construido a muchas voces, que por más desafinadas y discordantes que puedan parecer a algunas, son parte del coro, sin tonos únicos.