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El Coro de Madrigalistas se preocupa por acercarse al público: Julietta Beas

Hoy presenta el programa Sin cadenas en Bellas Artes

 
Periódico La Jornada
Domingo 13 de julio de 2025, p. 5

A Julietta Beas la mueve la música, pero también el impulso de hacer más accesibles las artes en México. Originaria de Tepic, Nayarit, encontró su camino en el canto desde que tenía 7 años, cuando se integró a un coro infantil local. Hace una década decidió mudarse a la Ciudad de México para continuar con su formación en canto operístico y buscar nuevas oportunidades, ya que en su estado natal eran escasas.

Hoy forma parte del Coro de Madrigalistas del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), ensamble con 87 años de historia que ha sido clave en la difusión del repertorio coral en el país. Desde ahí, Julietta Beas canta obras que abarcan distintos periodos y estilos.

“Es una de las agrupaciones más antiguas del país. Cantamos danzón, mambo, música brasileña, música nigeriana… Estos son los programas más recientes que hemos hecho. Uno es completamente contrario al anterior; creo que eso es lo más divertido”, cuenta en entrevista con La Jornada.

Fundado en 1938 por Luis Sandi, el ensamble busca llevar el arte coral a escuelas de todos los niveles, teatros y salas de concierto. No nos dedicamos a las grandes sinfonías ni a la música orquestal ni a la ópera. Ofrecemos una variedad infinita (de géneros musicales) y estamos preocupados por que el público se acerque a nosotros y consuma nuestros conciertos de forma amable, dice.

Actualmente, el Coro de Madrigalistas está conformado por 30 personas: 28 cantantes, un pianista acompañante y su director titular, Carlos Aransay, pero ocasionalmente y, dependiendo de las piezas, hay directores invitados.

Julietta Beas destaca que en las presentaciones, especialmente en las que cantan en otros idiomas, se preocupan por incluir subtítulos en vivo y la traducción de las obras en los programas de mano.

Aunque normalmente cantan en el Palacio de Bellas Artes, también visitan asilos, escuelas y hacen funciones relajadas dirigidas al público neurodivergente. Con esto, demuestran que la música vocal no tiene por qué ser exclusiva de un sector poblacional, sino que es una expresión viva que pueden disfrutar todas las personas.

Los retos de vivir del arte

Para la intérprete, formar parte del Coro de Madrigalistas es un privilegio que ha conquistado con esfuerzo, disciplina y pasión.

Aunque reconoce los retos de vivir del arte en un país donde las oportunidades suelen concentrarse en lugares como la Ciudad de México, insiste en que sí es posible −especialmente para las infancias que estudian música o desean dedicarse a ella− abrirse camino en este ámbito. Soy una artista que trabaja a tiempo completo únicamente en el arte, y es posible hacerlo. Hay que encontrar la forma y los medios, afirma.

Además de su labor en el coro, imparte clases a niños en Julietta y Enriqueto, empresa que cofundó, y dirige el Coro del Club España, integrado por adultos mayores.

La construcción de su talento y su versatilidad vocal le han enseñado que ningún género musical es superior a otro, y que el acceso al arte de calidad es un derecho, independientemente del estatus socioeconómico. Los ciudadanos pueden interesarse en buscar, consumir y ejercer ese derecho que tenemos.

Hoy, el coro se presentará en el Palacio de Bellas Artes con el programa Sin cadenas: Herencia africana en la música coral, propuesta vibrante que incluye spirituals, mambo, góspel, danzón y ritmos latinoamericanos y nigerianos.

La dirección estará a cargo de Rodrigo Cadet, quien además diseñó el programa. Su propuesta busca explorar la negritud y la ascendencia africana, así como su influencia transformadora en los sabores musicales del continente americano.

Para Julietta Beas es fundamental cuestionar la concepción tradicional de la música académica en este tipo de presentaciones, pues no se trata de la vestimenta ni del recinto, sino de romper barreras con el público y de disfrutar del arte en libertad.