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Trump, ¿de polo a polo?
E

n sus primeros frenéticos 100 días, como los define la revista The Atlantic, hay algo claro en las alocadas decisiones de Trump: profundiza el proceso de neocolonización y retoma el control de lo que Estados Unidos insiste en considerar su zona natural de influencia, con sus recursos naturales, territorios, agua, tierras raras, etcétera, en un contexto de declive hegemónico acelerado.

En medio de la hecatombe creada por el recetario de políticas agresivas de Trump, persiste la tradicional y regresiva política hacia América Latina, alentando división y caos mediante ejes de control financiero, político y militar.

¿Como se van tejiendo estos ejes de dominación? Después del gran descalabro de la corrupta maquinaria electoral en Ecuador, que operó con múltiples irregularidades en un contexto de estado de excepción, y que aun así le dio el triunfo a Noboa, éste ya camina hacia la militarización del país en alianza con el Comando Sur para echar a andar las bases militares y combatir con tropa estadunidense a la delincuencia.

El otro eslabón es Argentina. El Fondo Monetario Internacional, que junto con el Banco Mundial es instrumento de la presidencia imperial estadunidense, toma el poder de decisión en Argentina por la vía de un inusitado incremento del endeudamiento, con 20 mil millones de dólares que se suman a la brutal deuda externa que oscila entre 320 mil y 480 mil millones de dólares (sic). (E. Giordano, El Salto, 4/04/25).

Se completa el círculo con los procesos de militarización en curso. Siguiendo los pasos a la comandanta Laura Richardson, el arribo del actual jefe del Comando Sur, Alvin Holsey, a Ushuaia, Tierra del Fuego, es parte de los mismos esfuerzos de administraciones estadunidenses anteriores en el proyecto de construir bases militares en la región.

En el caso argentino, abrir una base militar en Tierra del Fuego, donde está el pase entre el océano Atlántico y el Pacífico y donde del otro lado, siguiendo hacia el sur, está un territorio estratégico como lo es la Antártida (Marco Teruggi, #macondo) no es sólo una iniciativa del entreguista gobierno de Milei. Como nos narra Fernanda Paixão, ( Brasil de Fato/Resumen Latinoamericano, 28/05/2022) el tema tiene su historia. El primer intento data de 2012, con la propuesta de construir una base en Neuquén, en el sur, y en El Chaco, en el norte, curiosamente cerca de recursos estratégicos; pero entonces no avanzó más por el repudio popular. Se organizó una caravana multisectorial, incluidas las madres de la Plaza de Mayo, contra las bases militares. Con todo, la base de Neuquén se terminó de construir con fondos del Comando Sur en el camino a Vaca Muerta, el mayor yacimiento de hidrocarburos de Argentina.

El otro punto de conflicto entre el neomonroísmo de Trump versus la región es la amenaza de recuperar el control del Canal de Panamá. Es importante la memoria histórica. Panamá fue arrebatado a Colombia por medio de la llamada Diplomacia de las Cañoneras de Theodore Roosevelt (1903), partiendo a Panamá en dos para construir el canal con un costo humano enorme, escalofriantes condiciones de trabajo y segregación racial, especialmente para los trabajadores afroantillanos. La zona del canal, además de ser una colonia estadunidense que mantenía a los panameños en un sistema de apartheid, fue un centro de entrenamiento de fuerzas militares, centro de espionaje continental, base de operaciones de contrainsurgencia contra Colombia, Bolivia, Granada y América Central, además de sede de la tristemente célebre Escuela de las Américas, que graduó a una casta de dictadores sanguinarios de la región.

Los acuerdos Torrijos-Carter para la recuperación de la soberanía panameña sobre su territorio son parte también de la historia latinoamericana, de su importancia geopolítica que descansa en el régimen de neutralidad permanente, que asegura el libre tránsito de buques de todas las naciones, mientras que Estados Unidos sigue considerándolo como un activo estratégico a pesar de que América Latina se ha declarado como área de paz.

La ofensiva sobre el Canal de Panamá es parte de la nueva retórica expansionista de Trump, que además incluye anexar Canadá, comprar Groenlandia y la posibilidad de intervenir militarmente en México para combatir a los cárteles, señaló La Mesa de Reflexión Latinoamericana, una red para el diálogo interno regional que promovió una carta de protesta (la Argentina de Milei saboteó que la Celac hiciera un pronunciamiento al respecto) con la firma de más de 200 personalidades de toda tendencia política. Finaliza la carta:

Es irresponsable que, después del éxito de la firma y cumplimiento de los Tratados Torrijos-Carter, el presidente Donald Trump pretenda situar el Canal de Panamá en una disputa geopolítica con China o que se utilicen argumentos en tal sentido que desconozcan la soberanía titular de Panamá sobre el canal y su territorio. (Augusto Taglioni, la politica online.com, 19/01/2025).

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