aya una de mis dos colaboraciones finales de esta serie Nuestra base energética
. Y vaya con señalamientos sobre algunas novedades tecnológicas.
Frente a nuestra ineludible transición energética, me concentro en el futuro del sector eléctrico. Para México, urgente e inmediato, menos por los rezagos cuantitativos, más por los retos tecnológicos y las grandes oportunidades que se nos presentan de frente a una sociedad que exige mejor servicio en todos los órdenes.
Y –si se me permite– me concentro aún más en transmisión y almacenamiento, en nuestra red nacional de ya casi 115 mil kilómetros y cerca de 340 mil torres, pero también con rezagos importantes, cuantitativos y cualitativos. ¡A superarlos lo más rápido posible! De forma gradual pero irreversible. Y es que –lo sigo pensando– una radical transición nos exige electrificación creciente de los usos finales de energía, pero con una red inteligente, modernizada y con sólido almacenamiento.
¡Abajo la congestión!, deberemos pasar del 22 por ciento actual de participación eléctrica en el consumo final, a no menos de un 35 por ciento para 2035, unos puntos más en los hogares, en industria y agricultura. Y –por más difícil que parezca– algunos puntitos en transporte, eléctrico, urbano y masivo, prioritariamente, pero también interurbano. Y –sin duda– en comercio y servicios, donde el torrente de comercio electrónico y de centros de datos para transmitir, recibir, almacenar, operar y enviar información ya es contundente.
Como también es contundente la electricidad utilizada en todo el ámbito de la inteligencia artificial. Ambos componentes representaban 2 por ciento de la electricidad consumida en Estados Unidos en 2018. Actualmente entre 7 y 12 por ciento del total estadunidense para 2028. Sí, nuestras fuente cotidianas (Electric Power Research Institute (https://www.epri.com), Encyclopedie de l’energie (https://www.encyclopedie-energie.org), Lawrence Berkeley Laboratory (https://www.lbl.gov), MIT Energy Project (https://energy.mit.edu) y Oxford Energy Institute (https://www.oxfordenergy.org) presentan consensos en torno a la prioridad en líneas de transmisión capaces de incrementar la capacidad física y el control inteligente y en tiempo real. E indican algunos retos tecnológicos. En primer lugar, introducir las llamadas Líneas Dinámicas (DLR, por sus siglas en inglés) capaces de aumentar la capacidad en promedio hasta 30 por ciento, con un costo levemente inferior a las redes tradicionales. Sí, con menor costo y menor tiempo de instalación, pueden transmitir energía adicional de forma eficiente.
Además, abrigan nuevos dispositivos que recuperan la información de la línea en tiempo real y permiten –incluso– operar flexiblemente la capacidad de las líneas en condiciones climatológicas adversas, protegiendo la confiabilidad del sistema. Asimismo, hay creciente disponibilidad de dispositivos avanzados de control de flujo de potencia (APFC, también por sus siglas en inglés) que aumentan hasta en 25 por ciento la capacidad.
Se trata de dispositivos basados en electrónica de potencia que permiten el ajuste dinámico del flujo de la red modificando la reactancia de la línea. Con ello logran la redistribución de la potencia desde líneas con sobrecapacidad hacia líneas con capacidad disponible, lo que aumenta significativamente la capacidad del sistema, reduce la congestión y acelera la disponibilidad de la red.
Hay al menos dos o tres líneas de modernización tecnológica más de las redes de transmisión. Optimización topológica con posibles incrementos hasta de 50 por ciento. Conductores de alto rendimiento (HPC), que duplican la capacidad (aunque en algunos casos pueden aumentarla más) y reducen significativamente las pérdidas, pero continuaremos un poco en esto, en las visiones más actuales de nuestros consejeros citados, observando los conductores de mayor capacidad. Y en las nuevas posibilidades del almacenamiento, ya no tanto en el lado de la generación sino de la transmisión, mejoraremos sustancialmente el servicio público de electricidad. De veras.