os dados cargados. Francisco decía sobre sí mismo, que era furbi que en italiano se traduce como listo, astuto, pícaro. Dada la larga carrera eclesiástico-política del papa fallecido, hubiera sido sorprendente que no preparara con tiempo y tino su sucesión. Lo cual me lleva a la actual coyuntura en la iglesia y el mundo.
Ingobernar. Francisco fue electo Papa en medio de uno de los eventos más traumáticos en la historia reciente de la Iglesia. La renuncia en vida del papa Benedicto XVI fue un poderoso mensaje en dos sentidos. Uno, el más personal, el reconocimiento a su incapacidad para gobernar. Otro, que puede leerse como denuncia política, la fuente de esa ingobernabilidad se encuentra en la misma Curia Romana.
Enfermedades. No deben olvidarse las duras palabras con las que se refirió Francisco a la Curia en su primer mensaje navideño. Ahí señaló a sus monstruos con la analogía de las enfermedades.
Re. La primera que Francisco mencionó es la de sentirse inmortal e insustituible, sin defectos, en lo que fue interpretado como una aparente referencia a los cardenales retirados que continúan en el Vaticano ejerciendo influencia (ojo cardenal Re: quisiste pillín, definir la sucesión en favor del cardenal Paroli).
¿A poco sólo pasa en la Curia? El Papa, además, señaló que demasiados de ellos sufrían de rivalidad y vanagloria; altos cargos favorecían a sus protegidos y los subordinados adulaban a los jefes para favorecer sus carreras, mientras otros filtraban habladurías e información falsa a los medios.
Tranquis. La segunda enfermedad que citó fue el exceso de actividad, de trabajo, y los invitó a respetar las vacaciones y a dedicar momentos de descanso.
Momias. La tercera es la petrificación mental y espiritual; le siguen el exceso de planificación y funcionalismo, la mala coordinación y lo que llamó el Alzheimer espiritual, que lleva a olvidar el fervor inicial.
No inventes, camarada. Otra grave patología de la Curia, a juicio del Papa, es la rivalidad y vanagloria, vivir en el mundo de las apariencias.
Egómetro. En la lista, el pontífice incluyó la esquizofrenia existencial de quienes olvidan que están al servicio de personas concretas, que viven una doble vida, se limitan a realizar trámites, dependen sólo de sus propias pasiones, caprichos y construyen a su alrededor muros y costumbres
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¿Dónde hemos visto eso... dónde, dónde. Entre las enfermedades incluyó la de divinizar a los jefes, ser víctimas del carrerismo y del oportunismo, pensar sólo en lo que se debe obtener y no en lo que se debe ofrecer.
Die hard. A esos religiosos de corazón de piedra y cuello duro, a los contadores que enjaulan el Espíritu Santo, a los mediocres pese a los títulos y grados, el Papa los instó a curarse. Otra patología que mencionó con fuerza es la indiferencia hacia los demás y la de la cara fúnebre (yo la llamaría cara de fundillo de cadáver). El religioso debe ser una persona amable, serena y entusiasta. Debe transmitir alegría.
Cruzada. Como lo señala muy bien Javier Cercas en su extraordinario libro El loco de Dios, recordando un aforismo de Cioran que dice que toda religión es una cruzada contra el sentido del humor.
Humor. A Cercas le sorprende un Papa que hace una reivindicación radical del sentido del humor. En algún momento, añade Cercas, cuento que el Papa le dice a uno de sus amigos que lo más próximo a la gracia divina, es el sentido del humor
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Lo que encontré en medio de mí escepticismo, en muchos textos de Francisco, es lo que denominó en honor a un salón de salsa bogotano, el goce pagano.
Ya reflexionaremos sobre Leon XIV. Desde el nombre seleccionado que propone una ruta pastoral y un compromiso social. Desde su doble nacionalidad que marca un compromiso comunitario y cosmopolita. Es la continuidad de Francisco, pero con más experiencia colectiva, trabajo en equipo, sinodalidad. Con mayor conocimiento de esas redes y vericuetos complicados de poder que expresan los nuevos y muy viejos autoritarismos.