
Jueves 24 de abril de 2025, p. 4
El escritor uruguayo Eduardo Galeano sostenía que hay muchas formas de practicar el periodismo, oficio que puede ser muy devorador: mis libros son muy periodísticos en el sentido de que intentan recoger la vibración de la vida, que nace a partir de los acontecimientos cotidianos
. Así lo refirió el periodista Luis Hernández Navarro.
Durante la charla Eduardo Galeano y el periodismo, desarrollada en El Péndulo, en la colonia Roma, Hernández recordó que el autor de la trilogía Memoria del fuego consideraba al periodismo y a los libros como formas de expresión literarias.
En el contexto del décimo aniversario luctuoso del narrador, el coordinador de Opinión de La Jornada comentó que Galeano fue un conocedor profundo de las entrañas de la profesión
y creía que el periodismo escrito es una forma de literatura
, con la diferencia principal del tiempo de elaboración.
El periodismo, decía, tiene urgencias y tensiones que a veces son enemigas de la calidad, pero también le dan fuerza y encanto.
Galeano, continuó Luis Hernández, fue hasta el final un crítico implacable del capitalismo. Se identificó con los que luchan y no dudó en vincularse a los movimientos populares emergentes
. Hacia 2012 resumió su posición: El mundo se divide entre indignos e indignados, la neutralidad es imposible
. Fue claro el camino que eligió el escritor.
Hernández relató que su colega tenía el don de la paciencia y estaba acostumbrado a escuchar. Creo que prefería lo último y era una lástima porque tenía tantas cosas qué decir. Era un personaje atento, sin prisas, disfrutaba lo que escuchaba, disfrutaba de la vida y luego era capaz de comunicarnos esta enorme ternura y con una enorme sabiduría, hasta cimbrarnos, hasta conmovernos
.
Añadió que Galeano “tenía una relación muy entrañable con La Jornada, con Carlos Payán, con la directora, Carmen Lira. Hay fotos que son prueba fehaciente de ese amor correspondido que se tenían.
“Me tocó verlo coincidir en las grandes movilizaciones de los zapatistas. Fue uno de sus interlocutores. Estuvo en el Intergaláctico, atento a todo lo que sucedía; en La marcha del color de la tierra, en 2001; estuvo en alguna reunión con Manuel Vázquez Montalbán y José Saramago. Era una referencia. También me tocó coincidir con él en el Foro Social Mundial, donde era un superstar y miles de personas, 20 mil en alguna de sus conferencias, se acercaban a escucharlo.”
Poco antes de fallecer, el 14 de diciembre de 2014, Galeano dedicó un artículo a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, recordó Hernández. Un año después, Helena Villagra, al recibir un doctorado honoris causa posmórtem de la Universidad de Guadalajara, dedicó el reconocimiento “a la lucha de esos ‘nadies’ doctorados en Ayotzinapa, los queridos 43.
Fue hijo de los cafés, en los que aprendió mucho de lo que supo en la vida. Sobre todo el arte de narrar. Lo aprendió al escuchar, en la mesa de los bares, a narradores orales cuyos nombres ignoraba, que contaban mentiras piadosas y lo hacían de manera que todo lo que decían volvía a ocurrir cada vez que ellos lo narraban
, mencionó Hernández.
Obra híbrida
Rocío Martínez, directora editorial del sello Siglo XXI, destacó la arista esencial del periodismo en Galeano, poseedor de una aguda pluma en el periodismo y creador de una obra híbrida donde se mixturaban los géneros. Las venas abiertas de América Latina, opinó, sigue teniendo gran vitalidad.
Si ustedes se adentran en la lectura de Galeano, son fragmentos breves o un poco más largos, que van combinando, esa manera de construir un continente, pero también mezclado con el lenguaje, con la poesía, el relato, la imaginación. Claro que es una gran aventura
, dijo la editora.
En tanto, Javier Aranda Luna, colaborador de este diario, consideró que dado el contexto que propició el presidente Donald Trump, Galeano “es pertinente en muchos sentidos, porque él más que acercarse a las historias oficiales, siempre se dedicó a buscar las pequeñas historias que dan los matices de la vida cotidiana y nos ayudan a entender procesos sociales muy complejos.
Apostaba por juntar el corazón, la emoción, con la razón. Creía que se podía y sus textos nos lo demuestran de manera muy clara. Galeano quería conectar con los otros, escucharlos y decirles algo para modificar su entorno; el de ellos y el propio.
El autor uruguayo, agregó Aranda, “creía en el poder de la palabra, pues ‘multiplica la imaginación, la capacidad de asombro e indignación. Nadie regresa intacto de la lectura’. Para él, la realidad no es un destino, sino un desafío: ‘estamos destinados a cambiarla’, y la escritura es una herramienta para lograrlo”.
Concluyó: Escribir para hacer memoria, escribir para no dejar de ver, escribir para mirarnos en los otros y saber que también eso somos. Para hacer de la realidad no un destino, sino un desafío para modificarla. A 10 años de la muerte de Galeano, su escritura sigue viva, palpitando en los cuerpos de todos los jóvenes lectores para entender y maravillarse y también para horrorizarse del mundo que tenemos
.