Paradigmas
l mundo que conocimos ya no existe y cambiaron los criterios de verdad que hasta hace poco pensábamos eternos. Parafraseando a Lenin, hay décadas e incluso siglos en los que nada cambia y hay semanas donde se presentan transformaciones profundas.
Estamos en una etapa de cambios radicales. Los conceptos sociales en los que creíamos, libertad, igualdad, equidad, economía de mercado, capitalismo o socialismo también se transforman.
Por décadas, las economías planificadas vieron con reserva el sistema mercantil, mientras las naciones capitalistas de Occidente luchaban por el desarrollo de los intercambios sin cortapisas. Ahora sucede lo contrario: China pugna por el mercado donde prevalezca el productor más eficiente; Estados Unidos lucha por proteger sus empresas poco productivas y por cerrar sus fronteras a los productos extranjeros.
En materia de competencia sucede el mismo fenómeno. China se ha vuelto muy eficiente, con alta tecnología y una intensa capacitación de sus profesionistas, donde triunfan los más preparados; Estados Unidos se duerme en sus laureles, sueña con recuperar sectores perdidos e imagina un desarrollo industrial que ya no existe.
Quizá el cambio de mayor trascendencia global sea político. Desde la Revolución Francesa y la Independencia de Estados Unidos se creía en Occidente que el mejor sistema de gobierno era la democracia. Se pensaba que no había otro modelo político que pudiera competir de igual con el voto popular para escoger a los gobernantes y tomar decisiones trascendentales de cada nación.
Sin embargo, el próximo arribo de China como la principal potencia del mundo rompe con ese criterio de verdad. Lo que menos tiene esta nación es ser democrática. Las decisiones políticas se toman de manera centralizada por una élite, bajo la dirección de Xi Jinping. Es un modelo autoritario, centralizado, aristocrático (en el sentido de que gobiernen los mejores) o, en otras palabras, un modelo meritocrático.
Los paradigmas o criterios de verdad sobre el futuro de la humanidad se transforman con rapidez y ya no podemos dejar por sentado que el voto popular es la mejor manera de elegir a los gobernantes, como lo muestra el gigante asiático.
Mientras la economía de mercado se fortalece, la democracia pierde relevancia. Sin duda, todos los sistemas políticos tienen fecha de caducidad.