Las instituciones financieras y las autoridades mexicanas emprendieron, desde antes de la pandemia, una campaña por erradicar el uso de dinero en efectivo, pero al cierre del año pasado prevalece como la principal forma de pago en el país, revela la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF).

A nivel general y en compras de 500 pesos o menos, 85 por ciento de pagos se hacen con efectivo, 10 por ciento son con tarjetas físicas (de débito o crédito) y solamente 4 por ciento por transferencias o aplicaciones móviles.

En zonas urbanas, 81 por ciento de los pagos de 500 pesos o menos se hacen con dinero físico, 14 por ciento con tarjetas y 6 por ciento con transferencias o apps; y en el ámbito rural, 94 por ciento son con efectivo, 4 por ciento con plásticos y 2 por ciento por transferencias o alguna aplicación.

Los datos de la ENIF indican que, a nivel general, en compras mayores a los 500 pesos, 73 por ciento de la gente las hace con dinero físico, 19 por ciento paga con alguna tarjeta y 8 por ciento realiza transferencias o con sus billeteras digitales.

Realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la encuesta indica que el uso de tarjetas, transferencias electrónicas o aplicación de celular se incrementa con el nivel educativo.

Al acabar 2024, entre la población con educación superior 66 por ciento realizó pagos con tarjeta física y 47 por ciento lo hizo mediante transferencia o aplicación.

En contraste, entre quienes cuentan con educación primaria, los porcentajes se reducen significativamente a 7 en pagos con tarjeta y 3 en transferencias o aplicación de celular, lo que representa una brecha de 59 y 44 puntos porcentuales, respectivamente, en la adopción de pagos electrónicos entre ambos grupos.

Detalla que por grupo de edad, entre las personas de 18 a 29 años, 39 por ciento utilizó una tarjeta física y 33 por ciento realizó pagos con transferencia o aplicación de celular entre 2021 y 2024, y en el grupo de 30 a 44 años la adopción de tarjetas alcanza su punto más alto con 43 por ciento, mientras las transferencias disminuyen ligeramente a 29 por ciento con respecto a la población adulta más joven.

Sin embargo, a partir de los 45 años el uso de estos medios cae significativamente, pues solamente 30 por ciento de personas entre 45 y 59 años pagó con tarjeta y 16 por ciento usó las transferencias, mientras para las de 60 años y más se reducen aún más, con 21 y 7 por ciento, respectivamente.

Estos datos evidencian que, aunque los pagos digitales tienen alta adopción en jóvenes, su uso sigue siendo limitado en la población mayor, posiblemente debido a que hay menor familiaridad con la tecnología y preferencia por el efectivo.