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Mickey 17
V

idas prescindibles. Seis años después de su notable éxito Parásitos (Palma de Oro, 2019), el realizador surcoreano Bong Joon-ho sorprende a sus seguidores con Mickey 17, una nueva sátira social, esta vez en clave de ciencia ficción, sobre un tema de actualidad irrebatible: el poco o nulo valor que los dirigentes autócratas atribuyen a las existencias de sus ciudadanos. Mickey Barnes (Robert Pattison) es uno de ellos. Se trata de un joven timorato y torpe, agobiado por las deudas, que en un hipotético 2050, cuando el planeta Tierra está a punto de colapsar por la sobrepoblación y los desastres ambientales, acepta ser parte de una expedición para colonizar al lejano y al parecer habitable planeta Niflheim. Lo que no advierte el ingenuo Mickey es que su condición de pasajero es de tercera clase, pues por error ha aceptado ser parte del grupo de los Prescindibles, un personal encargado de faenas tan rudas que conllevan riesgos mortales. Al morir, sin embargo, todos pueden ser replicados, conservar intacta su apariencia física y resguardada también su memoria. El mismo personaje podrá ser así clonado al infinito, como un material humanodesechable y reciclable, al gusto y necesidad de plutócratas poderosos como el ególatra Kenneth Marshall (Mark Ruffalo) y su veleidosa esposa Ylfa (Toni Collette).

Basado en la novela de ciencia ficción Mickey 7, del estadunidense Edward Ashton, el guion de Bong Joon-ho y del propio Ashton se permite añadir 10 clonaciones más, incluso 11, al personaje original de Mickey Barnes, tal vez para insistir en la carga acumulativa de desgracias que sobre él se abaten. Una de ellas, significativo detonador de una trama más compleja y divertida, muestra cómo Mickey 17 sobrevive misteriosamente a una de sus muertes, sólo para descubrir que otra versión de sí mismo, un Mickey 18, ha sido ya clonado, y que tanto él como su nueva copia deberán actuar ahora como prófugos ya que uno de los dos tendrá que morir definitivamente para que la cadena de clonaciones siga funcionando. Para redondear aún más la carga satírica del filme, Mickey 18 es dueño de una personalidad muy opuesta a la de su atribulado antecesor. Malévolo y sin escrúpulos, este alter ego no sólo compartirá con mejor temple el infortunio de su doble indeseado, también le disputará los favores de su reciente conquista sentimental, la voraz Nasha (Naomi Ackie), dispuesta a disfrutar de cuanta nueva clonación del mismo Mickey se le presente.

Foto
▲ Fotograma de la película Mickey 17, del realizador Bong Joon-ho

Aquellos espectadores deseosos de toparse de nuevo con el humor corrosivo y la sátira sin concesiones presente en Parásitos (2019), sentirán sus expectativas en buena medida frustradas. El versátil director surcoreano ha elegido esta vez el delirio fantasioso por encima de los mordaces señalamientos políticos. Hay con todo una alusión hilarante a figuras como Elon Musk y el propio Donald Trump en esa síntesis del interminable berrinche disruptor de un Kenneth Marshall interpretado con brillantez por Mark Ruffalo. Sin embargo, la cinta, de igual modo que la nave espacial, explora con mayor detenimiento otros territorios fantásticos, reminiscentes de aquella comedia de aventuras Okja (2017) donde una niña y una suerte de cerdo gigantesco libraban la batalla en contra de una multinacional depredadora. En Mickey 17, el también autor de la cinta de terror El huésped (2006) refiere la cruzada exterminadora que emprende el tiránico Marshall contra creaturas monstruosas e inofensivas, con forma de armadillos gigantes, con quienes Mickey Barnes sostiene una comunicación cómplice, tan eficaz como improbable. Poco queda aquí del espíritu iconoclasta y subversivo del Bong Joon-ho favorito de festivales de cine. Los monstruos, esos nuevos parias en la aventura colonizadora del plutócrata ambicioso, revelan un sorprendente espíritu bondadoso al tiempo que un ánimo dispensador de edificantes lecciones morales –cuando no de advertencias bienpensantes sobre posibles catástrofes futuras. Un tipo de prédica sentimental que baja mucho el tono de sátira social que suele acostumbrar el cineasta. Dicho esto, la cinta se disfruta por su ingenioso y lúdico manejo de las libertades que permite el género fantástico, por la actuación camaleónica del lunático Robert Pattison y de ese dúo destructor que integran Mark Ruffalo y Toni Collette, tan irrisorios e infames como los propios modelos políticos que los inspiran.

Se exhibe en Cine Tonalá y salas de Cinemex y Cinépolis.