Opinión
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Apuntes postsoviéticos

Entre la espada y la pared

L

a ambigüedad con la que el presidente Vladimir Putin respondió a la propuesta de Estados Unidos de declarar un alto el fuego, que Ucrania aceptó sin condiciones previas, deja al titular del Kremlin entre la espada y la pared.

Porque aceptarla sin más, después de tres años de guerra, que suman miles de muertos y mutilados, así como el estigma de no haber podido cumplir ninguno de los objetivos que planteó al iniciar su operación militar especial (desmilitarizar Ucrania, desnazificarla y liberar el Donbás (Donietsk y Lugansk); ciertamente, consiguió otros no previstos como establecer un corredor terrestre que une Crimea con Rusia y anexionarse cuatro regiones ucranias antes de ocuparlas por completo), sería visto por muchos rusos como un perdedor y por el sector nacionalista más radical, como un traidor.

Dar un rotundo no a Trump equivaldría a poner en entredicho la perspectiva de mejorar la relación bilateral y desatar la ira de un aparente socio impredecible, que ya anoche al enterarse de los muchos peros que puso Putin –aplicando ahora contra Moscú su método de la vara y la zanahoria– ordenó endurecer las sanciones a los bancos rusos y limitar la posible venta de petróleo.

Por eso, Putin optó por no comprometerse ni con un ni con un no, planteando numerosas dudas, algunas razonables como la dificultad de verificar que nadie viole el acuerdo, y al menos tres que mientras dure la tregua son inaceptables para Ucrania, Europa y Trump: que Kiev suspenda el reclutamiento y reubicación de tropas, que Bruselas deje de darle ayuda militar y financiera y que los 10 mil efectivos ucranios en Kursk se entreguen como prisioneros. Nada dijo sobre ninguna concesión de Rusia que, además, se reserva el derecho de reclutar y armarse.

Con ello, pretende endosar a Ucrania la culpa si se niega a declarar el cese de hostilidades bajo las imposiciones rusas y apuesta todo a que podrá convencer a Trump de qué lo apoye, aún consciente de que un mediador no debe ponerse de lado de una sola de las partes beligerantes.

No es claro que Trump acepte que la discusión de las cuestiones que Putin insiste en resolver se vuelva interminable, frustrando lo que tanto anhela: presumir que es el único capaz de lograr un alto el fuego, que no una paz justa y duradera.