Uno de sus proyectos, la vivienda sustentable
Investiga el hidrógeno como fuente de energía limpia
Domingo 23 de febrero de 2025, p. 7
El hidrógeno es una de las fuentes de energía limpia más prometedoras del futuro y, en los próximos años, México dará un paso importante en el uso de este elemento químico, señala Rosa de Guadalupe González Huerta, especialista en tecnologías del hidrógeno del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
En entrevista con La Jornada, con motivo del Día Internacional de las Mujeres (8M), la doctora en ciencias químicas-electroquímica del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), reconoce, sin embargo, que en el campo de la química aplicada la participación de las mujeres es aún escasa.
Cuenta que tomó como reto los comentarios de algunos compañeros de laboratorio, quienes le aseguraban que no terminaría el posgrado, porque las mujeres suelen estudiar química orgánica, no fisicoquímica
. Y se convirtió así en la primera mujer egresada en esta área del Cinvestav.
Hoy, uno de sus grandes proyectos en el Politécnico es la vivienda sustentable que está en funcionamiento desde 2012 y en donde se realizó esta entrevista. Se trata de un remolque que usa como oficina y laboratorio, ubicado dentro de la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas (Esiqie), que funciona con paneles solares y cuyo excedente de energía es aprovechado a través de la obtención de hidrógeno, que es almacenado en baterías y para usarse después.
La doctora del Cinvestav explicó que dentro de la vivienda hay contenedores de agua de la cual obtienen el hidrógeno. El aparato funciona con el sobrante que generó la energía solar para ese día y separa los elementos de oxígeno y de hidrógeno, ambos poseen un nivel de pureza muy alto, dijo, aunque sólo reservan el hidrógeno y el oxígeno se libera.
Este proyecto es parte del Laboratorio Nacional de Tecnología del Hidrógeno (LNTH2), primero en su tipo en México, avalado por la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, del cual González Huerta es coordinadora y una de las principales promotoras. Esto ha sido un logro maravilloso
, dice, mientras se dibuja una sonrisa en su rostro.
Ciencia básica aplicada
La doctora es nivel tres del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII) desde 2020 y docente en Esiqie desde 2007.
–¿Cómo surge su interés por el hidrógeno?
–Mi primer acercamiento con este elemento se dio al trabajar en industrias privadas en la parte tecnológica e industrial al egresar de la carrera de ingeniería química de la Esiqie.
Me gusta, porque es ciencia básica aplicada. Después del posgrado, entré a la Sociedad Mexicana del Hidrógeno en el 2000 y uno de mis objetivos académicos fue integrar el hidrógeno a la cadena de valor de las energías renovables. Desde aquellos ayeres nace el concepto de paneles solares y el hidrógeno.
Fui presidenta y vicepresidenta de esta sociedad mientras seguía dando clases en el Politécnico.
Al inicio éramos unos cuantos, pero hoy ya hay mucho interés en el hidrógeno como energía sustentable. En 2007 comencé a trabajar en Esiqie y en 2008 me dieron la plaza, fue una buena oportunidad.
Auxilio en la catástrofe
–¿Cuál es la relevancia de la vivienda sustentable?
–Ante el panorama que enfrentan millones de personas en el país que no tienen electricidad, al vivir en comunidades aisladas, surgió el interés de desarrollar microrredes usando energías renovables para suministrarles energía. También, pueden usarse en casos de desastre natural, por ejemplo, trasladar el remolque a una comunidad que se quedó sin energía eléctrica por un huracán.
Debido a que las energías renovables no son constantes, pues a veces hay mucho sol, mucho viento o de repente no hay nada, se necesitan sistemas que regulen esa variabilidad y eso se logra con el hidrógeno.
Con las reservas de hidrógeno se pueden tener días de independencia de los paneles solares. Es decir, tenemos un banco de baterías para los excedentes de la energía solar porque la rutina de consumo funciona como una casa normal: se consume en la mañana, en el mediodía casi no, luego en la tarde se vuelve a consumir, entonces con los excedentes producimos hidrógeno con los cuales se pueden tener hasta cuatro días de independencia por si no hay sol.
–¿Qué proyectos desarrollan en el Laboratorio Nacional de Tecnología del Hidrógeno?
–Hemos generado celdas de combustible por nuestra cuenta, pues se gasta mucho al tener que importarlas. Por ejemplo, una celda china vale en inventario 30 mil pesos, pero cuando llega a México el precio es de 110 mil pesos, pues nosotros tenemos que pagar el transporte, los aranceles, los intermediarios y los impuestos locales.
El laboratorio no tiene una sede específica, sino que está constituido por varios centros en diferentes escuelas del país. No podemos tener aquí todos los superequipazos porque es dinero, es mantenimiento y gente especial que los sepa manejar.
Uno de los centros es la vivienda sustentable en Esiqie, donde almacenamos baterías de hidrógeno. Otra sede está en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (Esime) en Azcapotzalco, que obtiene hidrógeno por electrólisis alcalina.
El laboratorio tuvo como antecedente la Red Temática del Hidrógeno en 2014, la cual también estuvo bajo mi coordinación.
También buscamos hacer certificaciones de los equipos. Desarrollar una metodología de caracterización para certificar los aparatos que entran a México. Por ejemplo, al país llegan electrolizadores con electrodos de acero inoxidable, que generan cromo hexavalente, componente que puede provocar cáncer y, como no hay regulaciones, los equipos entran sin considerar si la cantidad que emiten es dañina o no.
Entonces se busca la regulación, tanto interna como externa. Lograr que cada electrolizador tenga su sello de certificado, desde una caracterización visual como una descripción de materiales internos, en donde la eficiencia sea al menos de 35 por ciento.
Brechas de género
–¿A qué brechas de género se enfrentó?
Desde que entré a la vocacional me decían que iba a ser muy difícil. Pero siempre he sido buena estudiante, incluso estuve en el equipo del Politécnico de gimnasia por muchos años y fui juez en las competencias.
Me sorprendió cuando entré al posgrado y mis compañeros señalaron que las mujeres en esa área nunca terminaban, porque es un área de hombres
.
Pero en lugar de molestarme, mi reacción fue ‘disculpa, ya he oído muchas veces eso’, y al final me gradué bien, en tiempo y forma.
Es todo un logro porque al entrar al doctorado tenía 30 años, estaba casada y tenía una hija de dos años. Tuve que establecer horarios muy específicos para ser esposa, madre y estudiante.
–¿Qué sigue en su carrera?
Tengo 55 años y mucha energía, ánimo y ganas. Aunque trabajo entre 10 y 11 horas diarias y a veces fines de semana, quiero seguir al menos unos cinco años más.
Mi proyecto en puerta se llama Tu Escuela con Ciencia. Junto con otras científicas que ganamos el premio L'Oréal de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) Por las mujeres en la ciencia
, divulgaremos la ciencia a nivel secundaria para motivar y acercar a las niñas a estas áreas.